Frank Schirrmacher es el autor del ensayo del momento en Alemania. En Payback dispara contra el totalitarismo de las computadoras y los motores de búsqueda y aboga por recuperar la imprevisibilidad, las emociones y la intuición.RESISTENCIA. "Debemos saber y recordar qué indican los sentimientos, que son mucho más importantes que los cálculos de Google", dice Schirrmacher.
El flujo de informaciones, el dominio de las computadoras, de Internet, del mundo digital, amenaza con volvernos esclavos de la inteligencia artificial. La humanidad debe defenderse y tiene apuro de pensar estrategias para apropiarse otra vez de la imprevisibilidad y las emociones. Dos valores constituyentes que la inteligencia humana ostenta y las máquinas jamás tendrán. Si no, sucumbirá a los motores de búsqueda. Esta es la tesis que Frank Schirrmacher, director de la Frankfurter Allgemeine, expone en su nuevo libro Payback, el ensayo sociopolítico del momento en Alemania. Escuchémoslo.
Doctor Schirrmacher, ¿Internet y las computadoras ya no son más una conquista sino una opresión de la que debemos liberarnos?
Hoy comunicamos, leemos y escribimos solo con las computadoras y/o Internet. Pero las computadoras no son nada más que computadoras, sino una gigantesca red de datos. Desde algunos años es posible, gracias a la inmensa mole de informaciones, elaborar cálculos muy precisos sobre los individuos. Venimos siempre más transformados en fórmulas matemáticas. La pregunta es quién gobierna a quién: nosotros a las computadoras, o las computadoras a nosotros. En nuestra sociedades, el multitasking, hacer varias cosas (y totalmente diferentes) al mismo tiempo, se ha vuelto una religión. Sms, emails, más ventanas abiertas en las computadoras y casi siempre conectados. Ahora comenzamos a darnos cuenta de que el cerebro humano no está en condiciones de aguantar siempre este proceso.
¿Qué consecuencias alberga este proceso?
Esta inundación de flujo informativo tiene efectos negativos. Se ven especialmente entre los jóvenes: falta de memoria, dificultad para concentrarse y comunicarse, y una incapacidad para reconocer por sí mismos cuáles informaciones son importantes y cuáles no. Recibimos pasivamente todo sin distinguir qué informaciones son en verdad necesarias. Es un cambio de época. Muchos dicen que exagero, me recomiendan que apague mi celular. Pero la red está tan crecida que cualquiera nos juzga con ayuda de las máquinas. Las empresas tienen tantos datos personales para poder decidir con la ayuda de las máquinas qué trabajadores se desempeñarían bien juntos y cuáles no, cuáles deben ser ascendidos y cuáles suspendidos. Haga la prueba de comprar un libro en Amazon: llega junto con la próxima oferta que usted observó. Bien distinto a ir solo a una librería.
¿Y en el mundo del trabajo específicamente, ¿cuáles serán las conseuencias?
En Estados Unidos, de hecho, con los datos de los trabajadores, las máquinas les dicen a los directivos sugieren a quién promover y a quién licenciar. El dominio del cálculo matemático sobre los individuos y sobre la mente humana se extiende en todos los campos y es muy peligroso.
¿Le teme más a las computadoras y los softwares o a las computadoras y los motores de búsqueda?
Crecieron juntos, en sinergia, se complementan. Ahora tenemos Internet en tiempo real, en los celulares. Solo los motores de búsqueda pueden gobernar semejante volumen de información. Pero los motores de búsqueda no son seres humanos, sino nada más que un software. Ahora ayudan a elegir un buen restauranto o para comparar precios, pero dentro de poco juzgará qué seres humanos son buenos y cuáles malos, peligrosos o inútiles. El primer paso, aunque necesario, lo vemos en los motores de búsqueda utilizados en la lucha contra el terrorismo. Veo un peligro: desaprendemos a vivir en la dimensión de lo imprevisible, un momento constituyente del ser humano.
¿El riesgo es entonces perder o atrofiar la imprevisibilidad del alma y de las emociones?
Absolutamente. Este es el problema y este es el peligro. Es un círculo cerrado. Dentro de algunos años emergerán dirigentes o personalidades mediáticas influyentes que pensarán y decidirán adaptándose a las conclusiones y requerimientos de las máquinas. Y, de improviso, sólo importará aquello que cuaje dentro de los esquemas de las computadoras y los motores de búsqueda. En Estados Unidos, por ejemplo, los avances tecnológicos en materia médica, ayudan a curar enfermedades, pero el médico tradicional todavía tiene una experiencia directa insistituible parar curar y diagnosticar a cada paciente. Si renunciamos a la imprevisibilidad, al elemento incalculable de la mente humana, viviremos en un mundo en el que todo está predestinado y decidido por la matemática. Los hombres se transformán en realidades matemáticas. También el periodismo lo sufre en su correlato cibernético. Se escriben artículos para que Google u otros motores de búsqueda los encuentren y posicionen. Es decir, se escribe para las máquinas, ya no para los lectores. Es urgente reflexionar sobre esto.
¿Corremos el peligro de un totalitarismo digital?
Absolutamente. Strowger, uno de los matemáticos estadounidenses más importantes, ha dicho que las matemáticas en los últimos años han resuelto problemas de extrema complejidad gracias a las computadoras, lo que quiere decir que ahora se conoce sólo el resultado, sin tener en cuenta todo el proceso matemático que nos lleva a él. Esto conduce a un nuevo autoritarismo de las máquinas. Es peligrosísimo, puede imponerse en la biología, en la ciencia e incluso en la política. Internet es importante y útil, pero nos equivocamos al pensarlo como si fuera un juguete. Es un espacio vital y perfectamente capitalista. Google es una multinacional para que la millones de personas trabajan –de hecho- gratis, igual que en el amanecer del capitalismo. El mundo digital recuerda la sociedad industrial del siglo XVIII, con todas sus realidades de provecho y aceptación de las masas por esas aprovechamiento.
Recuerda un poco a "1984", de Orwell o a "El Mundo Feliz", de Huxley.
No es parecido Orwell, que en 1984 describe una dictadura hecha y derecha, con decretos y libros prohibidos. Es, en cambio, similar al mundo feliz que describe Huxley, donde no hay libros prohibidos, pero donde la gente ya no está interesada en leer. Nosotros vamos hacia un bello mundo nuevo, seductor, en el que –como en las páginas de Huxley- las emociones están prohibidas y hay aceptación de esa pérdida de curiosidad o emociones. Todo es aceptado y recibido como natural por la mayoría. No estoy contra Internet, pero la agresividad que domina es un fenómeno de la comunicación digital y de los problemas de memoria y concentración derivados de la Red y de las computadoras, que puede provocar una demencia digital masiva. Cada vez somos más dependientes de las máquinas. El otro día el pregunté a un colega qué música prefiere. No pudo responderme inmediatamente, porque no sabía responder espontáneamente. Primero debió fijarse en su Blackberry la lista de tracks descargadas. La comunicación entre las máquinas y los hombres puede volverse como la música. Larry Page, fundador de Google, dijo hace algunos años que su aspiración es conectar Google directamente al cerebro. Cuando los hermanos Wright volaron el primer avión, no previeron el nivel tecnológico de los jets actuales y su rol en nuestra cotidianeidad.
¿También es un peligro para la escena política?
Cambia drásticamente el modo de hacer política. Angela Merkel ya gobierna enviando mensajes de texto.
¿Cómo podemos defendernos de la avanzada digital?
Por primera vez en la Historia afrontamos una nueva legitimación de arte y creatividad. Debemos defender nuestros conceptos constituyentes: las computadoras no son creativas ni tolerantes ni tienen fantasía. Esos son los valores que debemos defender, que tienen una importancia increíble para el futuro de nuestras sociedades. En las escuelas y universidades no debemos enseñar más nociones sobre geografía e historia, sino el modo de utilizar el pensamiento, las emociones e intuiciones. Así tendremos la chance de gobernar la simbiosis con la dimensión de las computadoras antes que las computadoras nos digan a qué concierto ir o con qué mujer casarnos. De hecho, ya son todo un suceso los portales que ofrecen buscar "almas gemelas" calculando algoritmos y datos personales. Algo inquietante.
Entonces depende de cuánto la humanidad sabrá o querrá valorar defender la imprevisilbdad y las emociones.
Exactamente, y de cuánto honrará estos valores y sentimientos. Debemos saber y recordar qué indican los sentimientos, que son mucho más importantes que los cálculos de Google. Es decisivo no transformarlos en matemática y entender que la lectura, la concentración y la meditación son nuestros instrumentos de defensa decisivos.
© La Republica y Clarín
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