23.7.15

No tan divinas

Patricia Soley-Beltrán fue modelo y presentadora de televisión durante la España de la transición (1979-1989). Haber estado en el corazón del monstruo, le permitió escribir ¡Divinas! Modelos, poder y mentiras, una brutal crítica en contra del modelo de mujer que se ha impuesto por vía de la moda y el fashionismo. Aquí la entrevista en Madrid
Patricia Soley-Beltrán fue modelo y presentadora de televisión durante la España de la transición./revistaarcadia.com
Patricia Soley-Beltrán (Barcelona, 1962) es doctora en Sociología del cuerpo por la Universidad de Aberdeen. Forma parte del grupo de investigación en estudios de historia de la ciencia (Universidad Pompeu Fabra), del grupo de trabajo de antropología del cuerpo (Instituto Catalán de Antropología-CSIC) y del comité editorial de la revista Critical Studies of Fashion and Beauty. Una trayectoria vital imprevista la llevó a ejercer de modelo y a estudiar su primera profesión desde el punto de vista sociológico. El resultado es esta osada investigación académica, personal y política, que radiografía la figura de las modelos mediante un análisis interdisciplinario riguroso pero no exento de sentido del humor.
Al abrir tu libro lo primero que llama la atención es la composición del prestigioso jurado que te ha dado el Premio Anagrama de Ensayo: Salvador Clotas, Román Gubern, Xavier Rubert de Ventós, Fernando Savater, Vicente Verdú y el editor Jorge Herralde. Seis hombres, cero mujeres.
En 43 ediciones del Premio Anagrama, yo soy la quinta mujer. Es decir, apenas hay mujeres premiadas. Pero me habían asegurado que Jorge Herralde es un hombre abierto e inteligente, y por eso me presenté. El resultado ha sido este. El hecho de que seis hombres me lo hayan dado, prueba que las cosas se mueven más de lo que a priori se pudiera pensar.
¿Hasta qué punto ese mundo fashion que desmontas magistralmente en tu ensayo ha hecho que mujeres que debieran estar en puestos relevantes estén escribiendo blogs de moda?
Foto encargada por Patricia Soley-Beltrán para un libro durante sus años como modelo.
Bueno, he tardado veinte años en investigar este libro, cuatro en escribirlo y toda una vida en reflexionarlo. Y no lo digo como una queja sino como algo sintomático. Creo que todos colaboramos a crear el espejismo de la moda, donde todo es magnífico y estupendo porque si te compras un vestido te encontrarás mucho mejor que antes. El hecho de que estos señores del jurado hayan premiado esta obra, demuestra que son conscientes de lo que está ocurriendo. Ellos también han vivido el paso de la liberación sexual a la prostitución organizada.
¿Se preguntarán también ellos qué demonios ha sucedido desde Jane Fonda hasta Paris Hilton? Al recorrer la senda del fashionismo… ¿no te parece que Occidente se ha estupidizado?
En resumen, sí. Porque a toda persona relacionada con la moda se le da mucho más valor, prestigio social y visibilidad que a una científica, escritora o pensadora, y que a un científico, escritor o pensador. Lo grave es que esas personas sobrevaloradas se ofrecen como prestigiosos modelos de imitación a las nuevas generaciones.
Hablemos de la bête noire del mundo de la moda: el feminismo. Mientras la moda se publicita magníficamente, el pobre feminismo parece tener un problema de marketing. ¿Por qué las mujeres tenemos que explicarnos siempre respecto al feminismo?
Creo que en esto, como en todo en la vida, viene bien el sentido del humor. En respuesta a tu pregunta te contaré una acción que hice en Barcelona con otras mujeres. Nos pusimos todas una camiseta con el lema “Nobody Knows I’m A Feminist”, una gabardina y unas gafas negras, y nos paseamos por el Born de Barcelona abriéndonos la gabardina como si fuéramos exhibicionistas. Lo cierto es que hoy tengo una cuenta corriente, puedo votar, viajar con pasaporte propio y vivir protegida por una ley contra la violencia. Y eso es gracias a que unas señoras feministas se han tenido que partir la cara por mí.
La moda es el único terreno profesional en el que la mujer gana sueldos que duplican y triplican los de sus compañeros masculinos, cosa que podría parecer un insulto a una científica que ande mendigando una beca sin éxito. ¿Alguien se ha planteado el daño que ha hecho el mundo de la moda a la imagen de la mujer normal, que lucha por abrirse un hueco en la vida?
Foto para la revistafemenina española Hogar y Moda, que desapareció a finales de los años ochenta.
No ha habido una articulación explícita hasta ahora. Por eso es importante este libro. Al acabarlo experimenté algo que San Juan de la Cruz expresó con gran belleza: “Sentí que le había dado a la caza alcance”.
El colosal poder mediático de una topmodel está descompensado con lo que esa mujer puede ofrecer a la sociedad en el terreno de las ideas. ¿Esto no contribuye a ir deteriorando intelectualmente la imagen de la mujer?
Sí. Sobre todo porque la definición de la mujer actual pasa por el consumo. Y por la desposesión de sí misma a través de esos objetos que la hacen y la deshacen. Pero tampoco tenemos por qué renunciar a gozar de cómo nos vestimos, ni a gozar de nuestro cuerpo en un sentido amplio que comprende lo sexual, lo sensorial y el poder de afirmarnos como seres encarnados.
Estas cosas no son tan obvias para millones de mujeres jóvenes. Tu ensayo Divinas me hace pensar en el cuento de Andersen “El traje del emperador”, porque dices muy claramente, como el niño danés del cuento, lo que todos ven y nadie se atreve a poner en palabras. ¿Confías en contribuir a quebrar este maleficio mundial?
Bueno, ha habido una reacción masiva: medios que me quieren entrevistar, lectoras y lectores que dicen –como tú– que ya era hora de que alguien dijera esto, madres que me piden que siga por este camino por el bien de sus hijas, centros que me ofrecen dar conferencias y colegios que me aseguran que esto también hay que explicarlo en la enseñanza secundaria. La explosión de entusiasmo es extraordinaria, teniendo en cuenta que el libro solo lleva en la calle desde el 25 de mayo.
¿Cómo defines la profesión de topmodel?
La modelo es un patrón de feminidad para las mujeres, un objeto de deseo para los hombres y un ejemplo de valores culturales para hombres y mujeres. Pero las “Divinas” solo son creíbles si hay una pantomima detrás, unas bambalinas en las que se prepara esa ilusión de juventud eterna. El mundo de una modelo es una ficción. Los seres humanos somos otra cosa.
Eres un hito mundial. No hay ninguna exmodelo que haya escrito un ensayo galardonado con un premio de este prestigio.
Espero tener un impacto internacional. Al fin y al cabo el Anagrama es el Pulitzer español. Pero el aparato analítico, como todos sabemos, pertenece al mundo anglo.
Donde hay pocos textos dignos del Pulitzer es en las revistas femeninas. ¿Cómo se explica el éxito de unas publicaciones que llevan décadas castigando a sus lectoras con el mensaje subliminal, “nosotras somos unas ganadoras, tú eres una perdedora y encima nos pagas para que te lo digamos”?
Pues mira, esto he empezado a decirlo claramente en los medios. Estoy hasta el gorro de que me hagan sentir mal. A todas mis amigas les pasa lo mismo. Lo que te hacen sentir es que nunca llegas, que nunca eres lo suficientemente guapa, ni lo suficientemente delgada, ni tienes toda la ropa que debes tener. Cuando cierras la revista, te sientes mal. Deberían plantearse contribuir al bienestar general, y no a crear la mirada de la envidia.
El porcentaje de hombres que lee revistas femeninas es pequeño. Dado que el tema de tu ensayo se cataloga como “femenino”, ¿existe el peligro de que lo lean pocos hombres?
Bueno, el hecho de que yo sea una exmodelo atrae, pero se podría pensar que esto es un “libro amarillo” sobre cotilleos relacionados con el modeleo. No es eso, es un ensayo riguroso y académicamente informado sobre la relación entre el cuerpo y la identidad, que constituye una reflexión sobre la sociedad en la que vivimos. El asunto tiene una enorme relevancia para todos, hombres y mujeres.
¿Temes que este libro podría hacerte ganar una tropa de enemigos masculinos que te cataloguen como una mujer guerrera que anda dando lecciones y demás?
Ese antagonismo también podría suscitarse en el público femenino. No lo espero ni lo deseo. Me llaman muchas personas desconocidas, hombres y mujeres, para decirme que les ha interesado el libro. Por ahora estoy haciendo amigos. Esto es como una onda expansiva y creo que el momento es ahora.
Vivimos en un mundo en el que los hombres y las mujeres cada vez parecen más distanciados. ¿El hombre heterosexual tendrá el valor necesario para atreverse a vivir junto a la “mujer nueva” de la era post-feminista?
Esa es una gran pregunta. Ellos tienen que aprender a aceptar su vulnerabilidad. Las mujeres asumimos nuestra vulnerabilidad y a partir de ella construimos nuestra fortaleza. Es importante que los hombres no se sientan amenazados, porque van a salir ganando con todos estos cambios. Pasará un tiempo hasta que se adapten. Gloria Steinem bromea sobre esto cuando dice: “Me estoy convirtiendo en el hombre con el que me hubiera querido casar”.
En el libro mencionas una gran frase de la estilista Ara Gallant: “La moda parece muy glamurosa, pero solo es publicidad”. ¿La mujer no ha sido siempre un anuncio publicitario de sí misma?
Sí. Como dice John Berger, los hombres actúan, las mujeres aparecen. Él coincide contigo en decir que la mujer es un anuncio de lo que se le puede hacer, porque se presenta ante el mundo como un espectáculo.
Pero la ropa de una mujer representa su proyecto de vida, ¿no?
La pregunta sería: ¿Qué hacemos las mujeres que no queremos ser un anuncio, pero somos conscientes de que vivimos en una cultura visual? Hoy nada es natural. Todo es una representación. Tú escoges cómo te muestras.
¿Por qué una joven de hoy admira a Gisele Bündchen y no admira a Angela Merkel, que es la mujer más poderosa del mundo y que se mueve entre hombres de todo el mundo?
Creo que a las mujeres con poder se las percibe como poco atrayentes. Por eso una joven de hoy no quiere parecerse a Merkel. Al ver a una mujer con las uñas pintadas, hay quien piensa: “El tiempo que ha invertido en pintárselas lo podía haber empleado para leerse el informe de la ONU sobre pobreza mundial”.
Al comienzo del libro hablas de tu madre, que te inculcó la necesidad de salir de casa siempre bien arreglada. ¿Qué opina ella de tu libro?
Mi madre me dio un gran consejo cuando lo estaba empezando. Me dijo: “Oye, Patricia, a ver si este libro que estás escribiendo lo podemos entender mis amigas y yo”. Y le hice caso.
En el libro hablas sobre la influencia femenina en el mundo en cuanto al cuidado del aspecto físico. Pero ¿esta obsesión con la apariencia, esta preponderancia de la forma sobre el fondo, no forma parte de la decadencia occidental?
Estamos colonizados por la comunicación corporativa de productos. Por eso hemos llegado a este punto. El reto de mi libro es que aborda una lucha desigual, porque hablo de imágenes con palabras. Pero mi gran activo es que hay un enorme número de mujeres hartas. Muy hartas.
¿Esperas que tu libro contribuya a aplacar a ese alto número de mujeres hartas?
A todas ellas les vendría bien leerse el libro este verano, que además es un buen momento para leer sobre el cuerpo.

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