24.8.10

El trauma personal de una escritora la especializa en terrorismo

Jessica Stern fue víctima de una violación a los 15 años. Hoy, es experta en las motivaciones secretas de los hombres violentos. Sobre todo, los terroristas

NEGACION. Su nuevo y revelador libro es Negación. Memorias del terror, retoma episodios personales para ligarlos con semblanzas de hombres violentos.foto.fuente: Revista Ñ

Jessica Stern es una famosa experta en terroristas y terrorismo, y ha enseñado sobre el tema en la Universidad de Harvard, además de desempeñarse en el Consejo Nacional de Seguridad. Su libro de 2003: "Terror en nombre de Dios: Por qué los militantes religiosos matan", consiste sobre todo en entrevistas a extremistas de todo signo: cristianos, judíos, musulmanes, militantes antiabortistas, hasta seguidores de Timothy McVeigh, el bombero de la ciudad de Oklahoma.

"La verdad es que dediqué mi vida al estudio de la violencia y los perpetradores", dice.

Stern fue una víctima. En su nuevo libro, "Negación: Memorias del terror", cuenta que, en 1973, cuando tenía quince años, a ella y a su hermana menor las violaron a punta de cañón en su casa de Concord, Massachusetts.

La policía no creyó el relato de las niñas y archivó la investigación. El padre no consideró necesario suspender un viaje y regresar. Toda la comunidad, escribe, parecía estar empeñada en la negación.

La experiencia le produjo a Stern un tipo de entumecimiento emocional: una calma, hasta una temeridad, que le resultan extrañamente útiles en su trabajo actual.

"Me fascinan las motivaciones secretas de los hombres violentos", escribe en "Negacion", "y soy buena en lo que respecta a desentrañarlas." Descubrió que los terroristas hablaban abiertamente en su presencia, dice, porque "podía entrar en un estado en el que casi trataba de ser esa persona, y en el que sentía que si me permitía hasta el más mínimo juicio, lo más probable sería que pudieran detectarlo.

"Me sumía en la calma, casi como si pudiera sentir un cambio químico en mi organismo", agrega.

"Seguramente es una consecuencia del trauma, pero no quiero interpretarlo en términos médicos. También sentía una intensa curiosidad." Benjamin Wittes, un investigador de la Brookings Institution, una organización sin fines de lucro de políticas públicas que tiene sede en Washington, D.C., es amigo de Stern desde fines de los años 90. Se asombró al enterarse de que la habían violado. "Si uno conoce a una persona por completo disfuncional, en la que pueden verse las huellas de esa experiencia, no se sorprende", explica. "Pero no es el caso de Jessie." Uno de sus aportes, agregó, es que Stern fue una de las primeras académicas que estudiaban el terrorismo que se dio cuenta de que la forma de descubrir lo que los terroristas pensaban era hablar con ellos. "Hizo las preguntas indicadas a la gente indicada", dijo. "Si algo de eso procede de su propia experiencia de ser víctima del terror, entonces las lecciones fueron muy fructíferas." Sin embargo, un posible aspecto negativo de no sentir demasiado es también que se experimenta menos alegría y que hasta puede producirse una desconexión de la propia vida. Fue reconocer en ella misma esos síntomas, cuenta Stern, lo que la llevó a decidirse, en 2006, cuando la policía reabrió su caso de violación, a recordar toda la experiencia. Se enteró de que el violador era responsable de por lo menos cuarenta y cuatro violaciones entre 1971 y 1973, y de que había pasado dieciocho años en la cárcel antes de ahorcarse. El libro, dice Stern, le enseñó mucho sobre los efectos del síndrome de estrés postraumático, del que ahora se considera una víctima, y la ayudó a pulir sus ideas sobre el terrorismo.

En enero, escribió en un artículo en Foreign Affairs que el abuso sexual que padecen los chicos en las escuelas religiosas islámicas conocidas como madrasas no es poco común, como tampoco lo es la violación de niños en Afganistán, en especial los jueves, a los que se da el nombre de "día de amor al hombre", porque se considera que las plegarias de los viernes absuelven al pecador de toda culpa. "Hace años que lo sé", dice Stern, "pero hasta que escribí el libro no establecí la relación. No sé muy bien cómo se estudia, pero es algo que está ahí. La humillación es sin duda un factor de riesgo, y puede tratarse de un caso particular de eso."

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