14.2.10

"Los éxitos de la DEA hacen subir el precio de la droga y el beneficio de los narcos"

ENTREVISTA
El norteamericano Don Winslow se ha convertido en un escritor de éxito tras la publicación de su libro El poder del perro

El escritor norteamericano Don Winslow, fotografiado recientemente en un hotel de Barcelona / Laura Guerrero. fUENTE: La Vanguardia.es


"Todo el fragor del narcotráfico parece contenido en El poder del perro (Mondadori), la trepidante novela con que su autor, el norteamericano Don Winslow (Nueva York, 1953) se ha convertido en un escritor de éxito internacional. Centrada en la peripecia vital de un agente de la DEA, Art Keller, movido por la venganza, la obra –que ocupó a este hombre cinco años de su vida- ha sido señalada por James Ellroy –alguien poco dado a los elogios- como lo más destacable jamás escrito sobre el tema.

Su biografía es de esas que lucen en las solapas de los libros: ha sido investigador privado, repartidor de comida, guía de safaris… Sus libros deben deberle mucho a su etapa de detective, ¿no?

No demasiado. Es cierto que me hizo desarrollar un sistema para formular preguntas y a la vez ser crítico con las respuestas. Pero, en realidad, el trabajo que más me ha servido para ser escritor es el de guía de safaris fotográficos. Le hablo en serio: agudizó mi sentido de la observación hasta extremos inauditos, aprendí a mirar las cosas en detalle.

¿Le gusta la etiqueta de "narcoliteratura" que le han colgado?

No especialmente. Mi libro es uno de los muchos que hay sobre las drogas, y me pasé cinco años metido en él, el mismo tiempo que otros dedican a una tesis doctoral, así que creo conocer el tema, pero lo que me complace es que mi obra entre a formar parte de la literatura, a secas, lo de "narco" es secundario, en realidad la novela trata muchos más temas.

¿Admira a algún otro escritor que trate esta temática?

He estado un tiempo alejado de la literatura, pero "La autopista del diablo" (2004), un libro del mexicano-estadounidense Luis Alberto Urrea, me parece de una gran profundidad. Es de no ficción, trata el caso real de un grupo de emigrantes mexicanos perdidos en el desierto de Arizona.

¿Cómo se interesó usted por el tema?

Cerca de donde vivo, en San Diego, al otro lado de la frontera, el mexicano, se produjo una matanza de 18 niños y mujeres por parte de un cártel de la droga. Me obsesioné por el tema, busqué respuestas, un porqué, y al ver que no existía ningún libro que me las diera decidí escribir yo uno.

Su agente de la DEA, Art Keller, está muy conseguido. Debe de haber hablado con muchos miembros de este cuerpo…

Sí, y también con narcotraficantes, pero no le contaré nada. Como periodista, comprenderá que tengo un compromiso de confidencialidad con ellos.

¿Cómo definiría a Art Keller?

Es una persona muy dividida, dual. Tiene un conflicto étnico, porque es mestizo. Está en conflicto con su gobierno. También con su país. Y también respecto a lo mejor y lo peor de su propia naturaleza. Empieza persiguiendo la verdad. Luego la justicia. Y de ahí pasa a buscar la venganza. Al final sacrifica la justicia y la verdad en aras de la venganza, y por ello se odia.

La venganza es uno de los temas clave de la obra...

No lo tenía claro al principio. Como un detective, me esfuerzo en no sacar conclusiones precipitadas, voy recopilando el material, los hechos, esforzándome en no hacer composiciones de lugar hasta el final de todo. Parto de la nada y lo voy aspirando todo. Al final, me di cuenta de que la venganza era la única explicación posible a lo sucedido.

¿Y qué pasa con Billy el Niño Callan?

Es el personaje que me resulta más familiar. Me crié en un entorno católico irlandés, en la costa este de Nueva York, y conocía bien a este tipo de personas que, un día, caen accidentalmente en la violencia y nunca consiguen salirse de esa vida. Es una vieja historia.

¿Por qué defiende usted la legalización de las drogas?

Los beneficios de la droga son tan altos por un solo motivo: porque está prohibida. Cuanto más alto construya usted el muro para que la droga no entre, cuanto más difícil consigamos hacer los movimientos de los narcotraficantes, paradójicamente les estamos haciendo el favor de que sube el precio de su mercancía. El beneficio no lo da el producto, fácil de producir, lo da el transporte ilegal hacia el consumidor. Cuantos más éxitos cosecha la policía antinarcóticos, más empeora el problema. Tenemos 3.200 kilómetros por tierra de frontera con México, y 1.600 km por mar. Es imposible blindar eso, una batalla perdida.

Pero si se legaliza la droga, subirá el consumo y las muertes y enfermedades que provoca, ¿no?.

Moriría más gente, seguramente, aunque nadie lo sabe, porque nunca se ha hecho a gran escala. La experiencia de Amsterdam es desastrosa en cuanto a salud pública, pero hay ejemplos en Portugal muy positivos. La lógica nos indica a creer que habría, sobre todo al principio, unas puntas muy altas de consumo y muertes pero que luego todo se estabilizaría. La pregunta es ¿por qué muere la gente? ¿Qué pasaría si el Estado destinara al sistema de salud pública los millones que ahora se gasta vigilando la frontera para que no entre droga? En mi región, hay adictos al speed que van al hospital a curarse y los ponen en listas de espera de dos años. Cuando les toca, ya están muertos o en la cárcel.

Pero si se legaliza la droga, subirá el consumo y las muertes y enfermedades que provoca, ¿no?.

Moriría más gente, seguramente, aunque nadie lo sabe, porque nunca se ha hecho a gran escala. La experiencia de Amsterdam es desastrosa en cuanto a salud pública, pero hay ejemplos en Portugal muy positivos. La lógica nos indica a creer que habría, sobre todo al principio, unas puntas muy altas de consumo y muertes pero que luego todo se estabilizaría. La pregunta es ¿por qué muere la gente? ¿Qué pasaría si el Estado destinara al sistema de salud pública los millones que ahora se gasta vigilando la frontera para que no entre droga? En mi región, hay adictos al speed que van al hospital a curarse y los ponen en listas de espera de dos años. Cuando les toca, ya están muertos o en la cárcel.

Su libro muestra también cómo los grupos delictivos tienen cada vez más poder.

El objetivo de una novela es meterse en la psicología de los personajes de modo realista y que el lector tenga una experiencia emocional. A partir de ahí, es cierto que hay novelas que han tenido adicionalmente una capacidad de denuncia, incluso un efecto político tremendo, como La cabaña del tío Tom (1852) de Harriet Beecher Stowe, que fue un arma en la lucha contra la esclavitud. O La jungla (1906) de Upton Sinclair, sobre las miserables condiciones de los trabajadores. La novela lanza un tema a la gente, a veces de un modo del que no han sido capaces de hacer los actores políticos o sociales, y si la gente está dispuesta a veces suceden cosas. Pero esa función no es necesaria, es solamente una opción.

¿Va a pasar a la pantalla?

Estamos hablando. He rechazado varias ofertas. Yo preferiría que, más que una película, fuera una serie de televisión. El libro es mío y no se lo voy a vender a cualquiera si no estoy seguro de que se haga un buen trabajo con él.

¿Y por qué prefiere la tele al cine?

La fórmula de serie televisiva es mucho más cercana a una novela que una película. Por una cuestión de economía de escala. Un filme dura dos horas, mientras que una serie de televisión puede extenderse durante 13, 26 o 48 horas a lo largo del tiempo, de muchas semanas. Es como la gente lee las novelas, en realidad, a trozos, durante varios días. El cine es una experiencia pública concentrada y compartida con otras 200 personas. La televisión está en el comedor de casa, se observa desde el sofá, como una novela, con interrupciones de la vida cotidiana, y con la acción en suspenso que te provoca querer continuar otro día. Hay más: una película necesita grandes imágenes dramáticas, es un acto visual, mientras que en televisión no necesitas acción constantemente, se da más cabida a los diálogos y a los momentos tranquilos, incluso al silencio.

El libro contiene escenas muy violentas. ¿Es su estilo?

Fue muy duro escribirlas. Tremendo. Algo muy destructivo, especialmente porque es una violencia dirigida contra niños. Pero algo tan horrible sucedió realmente y yo tenía que tomar una decisión: o lo describía gráficamente o le ponía silenciador. Opté por lo primero. Pero, tras escribir esas partes, me sentí literalmente enfermo, asqueado. Entiendo que sea duro leerlo. Uno de mis mejores amigos no pasó de la primera página por este motivo. Sigue siendo mi amigo, que conste."

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