3.12.14

Magris : "La realidad desafía la inventiva de cualquier escritor"

El escritor  italiano Claudio Magris se reúne con mil jóvenes en la Feria de Guadalajara
 
 Magris durante un encuentro con estudiantes en la FIL. / Sáshenka Gutiérrez ./elpais.com
El protagonista de la Feria del Libro de Guadalajara se enfrentó a su prueba más difícil. La agenda hasta entonces no se lo había puesto fácil: el autor italiano Claudio Magris recogió el pasado fin de semana el premio FIL 2014, dio un discurso entre autoridades y colegas, firmó libros para los lectores, presentó El conde y otros relatos, su última creación, y dijo "sí" a hacerse fotos con unos y con otros, incluso con aquellos cazadores de famosos que nunca hasta entonces habían oído hablar de él. Pero nada de esto, ritos a los que un autor ya consagrado acaba acostumbrándose con más o menos desgana, genera la inquietud de postrarse ante mil jóvenes con una hora de tiempo por delante.
“Les puedo decir que es más fácil engañar a los colegas que a los jóvenes”, advirtió desde el estrado el italiano, acompañado por el periodista Juan Cruz. El autor encontró el calentamiento necesario para empezar a hablar en sus años de escuela, donde aprendió “algo fundamental, que es unir el amor por el estudio con la ironía” y recordó aquella vez que se equivocó y un maestro le escribió: “Que Dios te perdone, yo no puedo perdonarte”.
Roto el hielo a través las anécdotas y arrancadas las primeras risas adolescentes, Rubén, un chico mexicano, se lanzó con la primera pregunta:
- El país vive un momento de violencia muy difícil en el que muchos jóvenes han liderado las protestas. ¿Cómo lo ve?
- Es una pregunta muy difícil porque la respuesta es obvia. Hay horror por lo que ha pasado, pero el horror o la piedad no resuelven el problema. Lo importante es que por lo menos haya habido esta prueba de indignación, de demostrar que no se aceptan estas cosas. Ese ‘no’, por lo menos, hay que gritarlo.
A eso se refería el autor con no subestimar a los jóvenes. La situación de violencia en México, que planea como una constante desde que arrancó esa edición de la feria, había esquivado hasta entonces al italiano. Quizás los adultos pensaron que era mejor no incomodar al autor con este tipo de preguntas, pero los formalismos se diluyen entre los adolescentes, atentos con sus auriculares en los oídos para escuchar a la traductora. “No creo que el mundo tal y como está ahora sea la única posibilidad de mundo. No hay que rendirse ni pensar que todo es inevitable como la lluvia”, les animó el escritor.
Los jóvenes aplaudieron sus respuestas, los de primera fila vestidos con trajes bordados típicos del Estado de Jalisco llegados al salón principal de la FIL después de 14 horas de autobús desde un pueblo de nombre imposible de recordar.
Se habló también de literatura, sin importar que la mayoría de los mil chicos que escuchaban no tenían edad para leer al europeísta autor de El Danubio. A Rosa, por ejemplo, le preocupaba el espacio que la realidad y la ficción ocupan en la creación literaria, pregunta que hacía que el autor levantara las cejas en un movimiento casi involuntario de sorpresa. “La realidad es tan rica que desafía la inventiva de cualquier escritor. Yo me quedo fascinado por la realidad, le tengo un gran respeto”, contestó.
La hora del encuentro se acercó al final con más rapidez que la mayoría de las horas, pero aún hubo tiempo de descubrir aquello que solo este público podía sacar a relucir del hombre que recorre la feria con gesto serio, del gran protagonista de la FIL. Los detalles que a todos importan pero que solo preguntan los niños. A Magris le gusta reunirse con los amigos en el bar, tomarse una cerveza, nadar en el mar, perderse en una playa del Mar Adriático y “muchas otras cosas que no podría decir delante de tantos jóvenes”.

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