El ganador del Nadal ve "una sociedad cínica, cobardona y blandurria," y le interesaba destacar "el ansia de libertad de los años 20"
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José C. Vales, autor español de Cabaret Biarritz. /Danny Caminal ./elperiodico.com |
Los ganadores de los premios Nadal y Josep Pla, José C. Vales y Andreu Carranza, verán sus libros publicados el próximo mes de febrero. En Cabaret Biarritz, Vales, traductor y estudioso de la literatura romántica, reconstruye un crimen en el Biarritz de 1925.
-Dejó claro anoche que lo que le interesa sobre todo es explicar una buena historia Y el jurado ha insistido en que Café Biarritz es divertido.
-No
es que esté en contra de las novelas de tesis o de las que se pueda
extraer un discurso filosófico, pero me interesa más el disfrute, las
historias divertidas aunque después se pueda quizá extraer alguna
consecuencia. A mí me gusta la ironía de los británicos, funciona muy
bien en la literatura. He aprendido de Jane Austen, que me parece la
mejor escritora de todos los tiempos.
-¿Por qué Biarritz y por qué los años 20?
-Hace
años empecé a viajar a esos lugares de veraneo viejunos pero que aún
tienen ese regusto de cierta elegancia alejada de la grosería del mundo
actual. Biarritz tiene un paisaje muy novelesco. Y el cabaret, y las flappers,
esas chicas de los años 20 con esa pasión por la vida, que iban por las
carreteras en descapotable, esas chicas libres que se van a la cama con
lo que haga falta... Nuestas abuelas no fueron tan puras y castas.
Después de esos años hubo una reacción que solo se empezó a
contrarrestar con el pop de los 60. Y ahora que veo una sociedad entre
cínica, cobardona y blandurria, me interesaba destacar de los años 20
esa ansia de libertad.
-Pero hay un lado oscuro, tras la muerte de esa joven que reconstruye un escritor recogiendo testimonios...
-Claro.
En los cabaret corrían los barbitúricos, las pastillas de cocaína, la
pornografía estaba a la orden del día. En Tumblr hay miles y miles de
fotografías pornográficas de esa época. Uno de los personajes es un
fotógrafo que se dedica a ello, precisamente. Es la sucesión de
testimonios como este lo que compone la novela. Cada uno de ellos arrima
el ascua a su sardina, muchos mienten y los únicos que sabrán realmente
lo que ha sucedido serán los lectores.
-De todo lo que ha traducido, ¿qué se le ha adherido?
-Me
gusta mucho E. F. Benson, un autor muy humorístico, que escribe sobre
las clases pudientes británicas. Pero la más importante fue el Frankestein de Mary Shelley, en la nueva versión a partir de sus cuadernos y expurgada de las intervenciones de Percy Shelley.
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Andreu Carranza, autor catalán de El poeta del poble. /Danny Caminal/elperiodico.com |
Andreu Carranza: "Verdaguer era un loco consciente "
El ganador del Pla cree que el poeta era "un hombre excesivo en todo, sensual, un personaje romántico y novelesco"
Los ganadores de los premios Nadal y Josep Pla, José C. Vales y Andreu Carranza, verán sus libros publicados el próximo mes de febrero. Andreu Carranza, en El poeta del poble, dibuja el auge y la caída en desgracia de Jacint Verdaguer.
-Su último éxito fue La clau Gaudí, un libro más bien bestsellero. ¿Es El poeta del poble distinto?
-Sí.
Cada libro es diferente, y un escritor ha de renacer de sus cenizas. Es
una novela más de autor. Y los universos de Gaudí y Dalí son distintos,
aunque haya un hilo conductor, la aspiración ascética, franciscana, esa
observación mística del paisaje. Eso me capturó, porque soy hijo de
Joan Carranza, el alcalde antinuclear de Ascó.
-Aquello acabó mal, ¿no?
-
La tragedia de Verdaguer me recuerda a la de mi padre. El poder se los
cargó. Las primeras elecciones las ganó una candidatura antinuclear.
Pero en las segundas hubo una avalancha de votos por correspondencia y
perdió. Mi padre decidió que nos exiliáramos a Santa Coloma de Farners. Y
no volvió nunca más a Ascó.
-Aparte de la contracción entre
el éxito mundano y el ascetismo, ¿tenían algo de razón quienes le
atribuían una enfermedad mental?
-Creo que pasaba por
episodios bipolares. Era un hombre excesivo en todo, sensual, un
personaje romántico en todos los aspectos, novelesco, y con la carga de
la represión ortodoxa cristiana. Eso le comporta una lucha interna
continua. Verdaguer convivió toda su vida con esos fantasmas. Cuando veo
cómo al final de su vida se aprovechan de él me recuerda a ciertos
personajes de novela, El idiota de Dostoievski, el Cándido de Voltaire, que tienen un punto de ingenuidad. Es un loco, pero un loco consciente. Un poeta loco, pero no tonto.
-¿A qué se debe el fervor popular que se demostró con su multitudinario entierro?
-Todos
aquellos a quienes había ayudado, y eran muchos, se encuentran por la
Rambla, pidiendo, a aquel hombre que lo había tenido todo pero que se
había vuelto incómodo para su patrón, el marqués de Comillas, y para el
clero. Aquí crece el mito del Verdaguer del pueblo, enfrentado al poder.
Es intocable incluso entre los sectores más anticlericales. Al
Verdaguer poeta lo conoce todo el mundo. El Virolai... Y
transforma el catalán que hablaba la gente de la periferia de la
sociedad, no la burguesía, en lengua literaria. El catalán se mantuvo
porque hubo hombres como Verdaguer.
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