En sus comienzos, el escocés Ian Rankin quiso ser como Robert Louis Stevenson
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Ian Rankin durante su entrevista en Madrid SERGIO GONZÁLEZ VALERO./elmundo.es |
Puesto a ello escribió una novela en la línea de El extraño caso del doctor Jekyll y el Mr Hyde J. Pero la obra en cuestión, Nudos y cruces, fue saludada como uno de los relatos criminales más sobresalientes de finales de los años 80. Al día de hoy, Rankin es uno de grandes de la ficción policiaca en la escena internacional y, más allá de géneros, uno de los escritores más leídos en el Reino Unido. Perros salvajes, su nueva entrega, le ha valido el Premio RBA de Novela Negra y le ha traído a Madrid como primer visitante de la novena edición de Getafe Negro.
¿Hay más justicia en la novela negra que en la vida real, donde tantos crímenes quedan impunes?
Sí, probablemente. Uno de los atractivos para el lector es que, en las novelas, los crímenes se resuelven. Siempre se hace justicia y, en la vida real, no siempre sucede así.
Desde ese punto de vista, dado que en sus páginas el crimen siempre paga y en la realidad hay veces que no, cabría decir que el relato criminal tampoco está tan apegado a la realidad como se asegura...
Lo que pasa realmente es que a los lectores les gustan las historias cerradas, que resuelven los misterios que plantean, cuando comienza el trabajo de investigación policial. Después viene el juicio, que es donde muchas veces se absuelve a los criminales en la vida real. Pero en mis novelas no hablo de juicios, me limito a cerrar la investigación policial. Por lo demás, por eso precisamente, dejo en mis libros un final abierto.
¿Puede decirse, por tanto, que el relato criminal obedece a una idealización de la investigación, más que al retrato fidedigno de su realidad?
La verdadera investigación policial es muy aburrida, aunque muy eficaz. Sin esas partes tediosas no se resolverían los crímenes, pero serían un tostón incluidas en una novela policiaca. Sí, estas ficciones representan el ideal de lo que debería ser una investigación policial.
Todos hemos envejecido en los casi treinta años transcurridos desde la primera entrega de la serie de John Rebus, Nudos y cruces (1987), y esta Perros salvajes (2016). ¿El de Rebus es un trasunto de su propio envejecimiento?
No exactamente. Cuando empecé con la serie de Rebus, lo que me interesaba era dar cuenta de los cambios en la sociedad. Aunque, naturalmente, él también va envejeciendo. Prácticamente, cada nuevo libro corresponde a otro año en la vida del inspector Rebus. De hecho, en la última entrega, que se publicará en español el año que viene, ya tiene ciertos problemas de salud.
Philip Marlowe, Sam Spade, Ed Johnson y Sepulturero Jones..., los detectives clásicos no envejecen. Sin embargo, el ex inspector John Rebus ya está jubilado y aparece en Perros salvajes como asesor de la policía... ¿A qué debe?
En el Reino Unido, en la edad dorada de estos relatos, tampoco pasaba el tiempo por su personaje principal. No es el caso de John Rebus, a medida que va viviendo más, le empiezan a afectar las nuevas cosas que ve y lo que investiga. Les acechan los fantasmas hasta hacer mella en su personalidad.
¿Cuál es la edad dorada de la novela policiaca británica? ¿Coincidió con la estadounidense?
En mi país fue anterior, en los años 20 y 30, con las obras de Agatha Christie. Raymond Chandler decía que su obra era una reacción ante la novela policiaca británica, que presentaba asuntos en los que todas las piezas encajaban como en un puzle y estaban localizadas en los ambientes de la alta burguesía, cuando no en las mansiones de la aristocracia. Siempre gente adinerada, en cualquier caso. Chandler reaccionó contra toda esta pompa y localizó sus ficciones en ambientes urbanos. Sus protagonistas son pobres, vulnerables y desfavorecidos.
¿No hemos metido en el mismo saco la novela negra y la novela detectivesca?
En el mundo anglosajón no hay diferencia entre una y otra. No es como aquí, en Francia y en otros sitios.
En alguna ocasión, usted se ha referido a la novela negra como a un género fácil" para el lector. ¿Es más fácil la novela negra que la psicológica, por poner un ejemplo?
No lo sé. Lo que sí es cierto es que la novela se enmarca en la misma tradición que las fábulas y los cuentos de hadas con que nos duermen cuando somos niños. Aunque parezca algo imposible, tanto el relato criminal como el cuento infantil tienen uno de sus pilares en su afán moralizante. Unos y otros vienen a decirnos que no hagamos determinadas cosas porque traen horribles consecuencias. Desde ese punto de vista, puede que sí sea más fácil la novela negra que la psicológica. La estructura de la novela negra late en nuestra mente desde los cuentos de la infancia.
¿Qué atrae más al lector: la acción de un relato criminal o la supuesta veracidad de lo que cuenta?
Es difícil decirlo. Depende de cada uno. Los hay que se quedan con la acción. Pero no faltan quienes prefieren los temas sociales tratados en la novela negra. Lo bueno de esta narrativa es que te metes en la historia y, si es buena y te entretiene lo bastante, no adviertes los cometarios políticos que subyacen en lo que estás leyendo. Eso es lo que cuenta, no darte cuenta de que, en medio de tu entretenimiento, te estás planteando cuestiones de enjundia, como puedan ser qué nos parece que se cometan los crímenes y las atrocidades mostrados.
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