21.2.09

Los premios ya no son garantía de calidad



Escrito por Cañasanta

Hubo una época en que los premios otorgados por grandes editoriales eran señales inequívocas de la calidad literaria y llegaron incluso a tener carácter consagratorio. Es el caso, por ejemplo, de los famosos premios Biblioteca Breve entregados por Seix Barral.

La editorial, una de las más importantes en lengua española en las décadas de los sesenta y ochenta, se dio el lujo de premiar, entre 1962 y 1967, a algunas de las mejores novelas escritas en ese tiempo, como ‘La ciudad y los perros’, del joven Mario Vargas Llosa; ‘Los albañiles’, de Vicente Leñero; ‘Tres tristes tigres’, de Guillermo Cabrera Infante; ‘Últimas tardes con Teresa’, de Juan Marsé; ‘Cambio de piel’, de Carlos Fuentes...

La relación entre el éxito comercial y la calidad literaria de un texto, sin embargo, siempre ha sido riesgosa, polémica e incluso contradictoria. Desde antiguo, las editoriales han tenido que capear los cuestionamientos que veían en sus premios meras estrategias comerciales. Es interesante comprobar que, luego del ‘boom’, los premios empezaron a considerar con mucha diligencia las obras que salían de este lado del mar.

Para el poeta y catedrático Iván Oñate, entre las décadas de los sesenta y ochenta, “hubo una coincidencia entre el éxito comercial y la calidad, pero luego las editoriales necesitaban alimentar el interés del nuevo mercado con nuevas obras. Así se creó un ‘boom junior’ y otras estrategias”. Estrategias que han llegado, para el poeta, hasta el punto de que en la actualidad “un premio no es garantía de calidad literaria. Aunque, sin duda, es preferible que existan premios a que no haya nada”.

De similar opinión es Édgar Freire Rubio, consumado librero, para quien muy rara vez, en la situación actual, un éxito comercial soporta el paso del tiempo. Él considera en su análisis a la globalización, “puesto que con ella se banalizaron muchos bienes culturales. Hoy hay que hacer una diferencia entre el texto literario y el mero producto literario. Hoy, no es secreto para nadie, muchos premios están arreglados a través del ‘palanqueo’.

Estos premios, incluso, van de acuerdo a las modas sociales y literarias”.

Oswaldo Obregón, director de editorial Planeta Ecuador, cree que la cuestión se parece a un partido de fútbol.

“Uno dice ‘pero este ha debido ganar’, pero no ganó. En el ‘boom’ las editoriales premiaron grandes obras, pues participaban grandes obras. Si ahora se juzga que las obras no tienen la misma calidad eso no es culpa del premio, los jurados premian la mejor obra entre las que llegan”.



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