30.11.19

Planeta destruye su colección de Obras Completas de Círculo de Lectores

El grupo notifica la decisión a los gestores de autores como Vargas Llosa, Martín Gaite o Ayala. La destrucción parcial afecta a uno de los grandes esfuerzos de la edición española

Tomos de Obras Completas de Círculo de Lectores. elpais.com

La colección de Obras Completas de Círculo de Lectores, uno de los esfuerzos intelectuales y editoriales más importantes realizados en las últimas décadas en el ámbito literario en España, y lo más homologable en castellano a la mítica colección francesa de La Pléiade, se convertirá mayormente en pasta de papel. La empresa del Grupo Planeta, que hace apenas tres semanas anunció su cierre, está comunicando desde finales de octubre a algunos de los herederos de los derechos de esos autores que ha puesto en marcha una “operación de destrucción parcial” de los ejemplares que tiene en sus almacenes. La colección de las obras completas fue creada a mitad de los años noventa, bajo la dirección del editor Hans Meinke. En aquel momento Círculo de Lectores formaba parte del grupo Bertelsmann
En octubre, varios autores y herederos recibieron una carta del grupo editorial en la que se les comunicaba la destrucción parcial de ejemplares pertenecientes a dicha colección. Ha sido el caso de Francisco Ayala, Mario Vargas Llosa, Carmen Martín Gaite o Juan Goytisolo, como ha podido confirmar EL PAÍS. Además de corroborar la noticia, Carolyn Richmond, viuda de Ayala, ha lamentado profundamente la decisión: “Ese importantísimo proyecto era necesario, en la medida en que equiparaba a la lengua y literatura españolas con las de otras grandes culturas en las que existen proyectos análogos. Su destrucción representa una auténtica tragedia cultural que, en estos tiempos que corren, probablemente sea irreparable”. 

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Desde la oficina de Vargas Llosa también aseguran que ocurre lo mismo con los volúmenes del premio Nobel. En ambos casos, como indica la ley, se les ha ofrecido la posibilidad de hacerse con los ejemplares si se ocupan de los costes de traslado. Los de Ayala han sido enviados a la fundación del autor en Granada y, según Richmond, “se destinarán, como donaciones, a bibliotecas públicas y universitarias y a fines pedagógicos”.

Presentación del primer tomo de las Obras completas de García Lorca en noviembre de 1996 en la Residencia de Estudiantes en Madrid. De izquierda a derecha en la fila de atrás, Hans Meinke, José García Velasco, Luis Alberto de Cuenca y Francisco Umbral. Delante, Fernando García Cortázar y Miguel García-Posada.
Presentación del primer tomo de las Obras completas de García Lorca en noviembre de 1996 en la Residencia de Estudiantes en Madrid. De izquierda a derecha en la fila de atrás, Hans Meinke, José García Velasco, Luis Alberto de Cuenca y Francisco Umbral. Delante, Fernando García Cortázar y Miguel García-Posada. EFE

La colección Obras Completas surgió bajo el influjo de compendios como La Pléiade francesa o la American Library estadounidense. Fue un empeño caro y complejo, en el que diferentes editores y expertos rastrearon toda la producción de una lista selecta de autores escogidos. No solo en lengua española (Octavio Paz, García-Lorca o Gómez de la Serna, entre otros), también autores extranjeros como Franz Kafka, Vladimir Nabokov, Elias Canetti o Gérard de Nerval. Comenzó bajo el sello de Círculo de Lectores / Galaxia Gutenberg en los años noventa. Cuando ambos se separaron en 2011, el primero quedó en manos de Planeta y el segundo se convirtió en una editorial independiente a cargo de Joan Tarrida. Los derechos de las Obras Completas se dividieron también. Tarrida ha seguido completando tomos de varios autores e incorporando otros como Fernando Fernán Gómez. Lo ha hecho, asegura, “a razón de dos cada año” de los 18 autores que quedaron bajo su control. Planeta quiso ocuparse de 13 nombres a petición propia. Pero ahora comienza a restringir su compromiso.
Fuentes del grupo editorial afirman que no han comenzado el proceso de destrucción de ejemplares, pero las cartas a las que ha tenido acceso EL PAÍS anuncian que, de no reclamar los autores o herederos los mismos, serán convertidos en pasta de papel. Una eliminación de ejemplares que niega un portavoz del grupo editorial: “No se está destruyendo nada”. Y añade: “Se está informando a los herederos de que, tras el cierre del club Círculo de Lectores, los derechos de la venta por esa vía quedan en el aire. Lo que se hará con el fondo dependerá de los acuerdos que se alcancen con ellos”.
En cualquier caso, las mismas fuentes de la editorial aseguran que la mayor parte de la colección “está descatalogada” y que ahora solo quedan vigentes ejemplares de Ayala, Goytisolo, Martín Gaite, Vargas Llosa y Vázquez Montalbán. Incluso en el caso de los libros que están descatalogados, las editoriales siempre deben notificar un proceso de destrucción de ejemplares, ya que el autor tiene derecho a que se le entreguen aquellos que van a desaparecer, según la Ley de la Propiedad Intelectual. Además, el escritor debe consentirlo si la primera edición que se suprime es de hace menos de dos años.
Aunque el desembarco en 2010 de Planeta en Círculo de Lectores, con la adquisición del 50% de las acciones, se realizó como una apuesta ambiciosa de simbiosis, la evolución posterior mostró el desinterés progresivo de Planeta hacia el popular club de lectura, que llegó a tener en sus mejores momentos un millón y medio de socios.
La eliminación de la colección de las Obras Completas es otro signo más de esta desatención. Prueba de ello fue lo ocurrido el pasado 4 de octubre, cuando los herederos de Martín Gaite presentaron en Madrid el último volumen de los siete que componen la colección de la escritora. “Fue un acto que organizamos por nuestros propios medios”, asegura Miguel Ángel Anoz, abogado que gestiona los derechos de la autora de Nubosidad variable. El hecho de que este volumen de más de 1.300 páginas, titulado Cuadernos y cartas, haya aparecido este mismo año, convierte todavía en algo más controvertida la decisión de deshacerse de los ejemplares de los tres primeros tomos. “Desgraciadamente, lo de trinchar libros de excedentes no es una práctica tan inusual en el sector editorial español”, afirma Anoz. “Lo que sí resulta raro es que se haga con unas obras completas. Desde el primer momento se realizan conscientes de que nunca van a ser un best-seller y que tienen un trasfondo claramente cultural”, apunta el letrado.
La venta media de los títulos de las Obras Completas de Círculo de Lectores rondaba los 1.200 ejemplares, si bien había algunos que podían alcanzar los 2.000 y, excepcionalmente, los 4.000. “Me preocupa el asunto. Editar unas obras completas exige un largo esfuerzo intelectual e implica una relectura de un autor”, afirma José Teruel, profesor de Literatura Española en la Universidad Autónoma de Madrid y experto en la obra de Martín Gaite. Es una opinión compartida entre los herederos afectados que han sido consultados por EL PAÍS.
Hans Meinke, el editor que impulsó el proyecto hace unas tres décadas, no oculta su tristeza y apunta otras soluciones: “Me parece excesivo quemar ese lujo; yo no me atrevería, antes haría donaciones a bibliotecas públicas y fundaciones, de España y de América Latina”. Su labor al frente de Círculo aún se recuerda: logró relanzar el sello y dejarlo con un millón y medio de socios. Respecto al impulso de las Obras Completas rememora los inicios: “La empezamos con García Lorca y Ramón Gómez de la Serna”. Su objetivo era emparejarla con La Pléiade. Hoy está a punto de convertirse en papel reciclado.

REPARTO DE AUTORES DESDE 2010


Galaxia Gutenberg. El sello que controló Joan Tarrida, tras independizarse en 2010 de Bertelsmann y 11 años como director de Círculo, asumió las colecciones de Julio Cortázar, Gérard de Nerval, Josep Palau i Fabre, Vladimir Nabokov, Eugenio de Montale, Joan Salvat-Papasseit, Juan Carlos Onetti, Eugenio Trías, Jaime Gil de Biedma, Philip Roth, Rubén Darío, María Zambrano, Guillermo Cabrera Infante, Tomàs Garcés, la correspondencia de Kafka, José Ángel Valente y Fiodor Dostoievski.
Planeta. El grupo se quedó con Elias Canetti, Federico García Lorca, Pablo Neruda, Ramón Gómez de la Serna, Juan Goytisolo, Franz Kafka, Nicanor Parra, Octavio Paz, Mario Vargas Llosa, Francisco Ayala, Carmen Martín Gaite y Manuel Vázquez Montalbán.

7.11.19

Para recordar a José de la Colina

A manera de homenaje a su vocación crítica y humorística, recordamos algunos artículos que publicó en nuestras páginas
José de la Colina, escritor mexicano-español.1934-2019.Ilustración: Jonathan López. letraslibres.com

Figura primordial del quehacer cultural mexicano e importante colaborador de esta revista, José de la Colina falleció el 4 de noviembre a la edad de 85 años. Colina fue un apasionado del cine y de la literatura, un lector voraz y, sobre todo, un escritor que nunca olvidó el juego ni la malicia de su quehacer. En 1955 publicó su primer libro, Cuentos para vencer la muerte, al que le siguieron casi una treintena de libros de ensayo y cuento. En 1984 recibió el Premio Nacional de Periodismo Cultural y en 2013 recibió el Xavier Villaurrutia por el ensayo De libertades fantasmas o de la literatura como juego. Como parte de sus labores editoriales, fue miembro del consejo de Plural y Vuelta, en esta también se desempeñó como secretario de redacción.
A manera de homenaje a su vocación crítica y humorística, recopilamos algunos artículos que publicó en Vuelta y Letras Libres.
De la Colina supo usar los variados recursos del humor para hacer críticas despiadadas. En nuestras páginas comentó, mordaz, las noticias culturales de México. Así, en marzo de 1992, escribió acerca del Caballito de Sebastián: “Todavía no sé si me gusta o me disgusta, pero sí que lo siento, por lo pronto, como una mera cosa […] poco sociable con el entorno y con los ciudadanos. Y mientras me digo que habrá que darle tiempo, dejarlo familiarizarse con nosotros no logro evocarlo hacia mi futuro”. Veintitrés años después, en 2015, tan escéptico de la solemnidad como lo fue siempre, evitaba hablar de la exposición de Leonardo da Vinci en el Palacio de Bellas Artes, para admitir que la Mona Lisa no le parecía ni “tan bella ni tan sensual”, aunque finalmente se desdijera al topársela de frente en el Louvre. Así, De la Colina aportaba su erudición y sus lecturas para darle sentido a las rutinas del “mundito artístico” mexicano.
Como buen crítico, supo reconocer y respaldar el talento de José Luis Cuevas, quien ya componía por medio de su obra “una tenebrosa comedia humana de rostros lancinantes, de cuerpos de delirio, de miradas flotantes en un tranquilo clima de espanto”, escribió en 1979 para un libro colectivo que “hasta donde sé, nunca fue impreso”. Por esos años quiso también rescatar a Ramón Gómez de la Serna del injusto olvido al que lo condenaban las tendencias editoriales y literarias de moda, de quien habló en varios textos.
Pero no solo comentó las artes. También sentó a la política en el banquillo de los acusados. Recordó que los Aliados, tras derrocar a Hitler y su régimen nazi, no hicieron lo mismo con Franco. Aún niño, pero desde entonces exiliado, escuchó de sus compatriotas en México este certero reproche: “Otra cabrona vez los hijos de puta dizque demócratas nos tratan a los españoles como a seres indignos de la libertad.” Ya de adulto se preguntó por esa “melancólica tradición intelectual de firmar textos de protesta o solidaridad, de oponer la débil fuerza de las firmas a las que Saint-Just, creo, llamaba ‘la fuerza de las cosas’ mientras accionaba la guillotina”.
Como cuentista, de la Colina fue un atento observador de los mecanismos que hacían que una narración se convirtiera en algo extraordinario. De acuerdo con él, la sucesión de hechos debía arreglarse “en un destino, lo mismo si el destino se cumple en un año que en un día, o en una hora, o en el tiempo de un parpadeo”.
Hablar del escritor sin recordar su vocación cinéfila sería rendirle un tributo incompleto. De la Colina se volvió un amante del cine en la adolescencia, cuando anotaba en una libreta los títulos de las películas que deseaba ver y cuyos argumentos imaginaba antes de dormir. Más tarde, escribió varias críticas y profundizó en la relación entre el cine y la vida. En 2013 sentenció: “El cine es la verdadera máquina del tiempo, es una inmortalizadora de todo lo que vive y habrá de morir”.
En 2014, Ana García Bergua escribió un perfil sobre él, donde recordó su amor por las palabras y su mirada lúcida para transformar cualquier cosa en literatura. “Si la literatura mexicana fuera una película y hubiera que hacer un casting, yo pienso que quizá Pepe sería el muchacho que recorre a caballo el desierto y las praderas, infatigable en sus hallazgos y sus mensajes, una especie de perpetuo comunicador, a la vez que un buscador de tesoros, sin el cual la película se desmoronaría”.
De la Colina opuso la fechoría del juego y la broma a los modales acartonados, la imaginación voluble a la solemnidad monótona, y así fue, para México, uno de los maestros de la burla crítica.