16.4.10

Literatura para resistir: la experiencia de leer y escribir en Palestina

Renad Qubbaj, Directora del Instituto Tamer, explica como su ONG promueve la cultura entre los jóvenes palestinos

QUBBAJ. Necesitamos que lleguen nuevos libros, buenos libros..fOTO;fUENTE: Revista Ñ

"Dentro de un rato, esta mujer me va a mirar con esos ojos que parecen inconmovibles y me va a decir: "¿De qué estamos hablando? Estamos hablando de Gaza". Y lo hará, con esos ojos, cuando yo le pregunte por la tecnología, el uso de Internet, la difusión de la literatura palestina a través de blogs. "En Gaza la mayor parte del tiempo no hay luz", me dirá. "¿De qué estamos hablando?"


Serena, elegante, la señora de los ojos se llama Renad Qubbaj y es la directora del Instituto Tamer para la Educación de la Comunidad, una ONG con sede en Ramallah y actividades en toda la Autoridad Nacional Palestina, es decir, en Cisjordania y en Gaza. Actividades: trabajan en talleres de lectura y escritura con chicos de entre 6 y 23 años. Sacan un periódico. Tienen un grupo de escritura en inglés donde gente joven narra su vida bajo la ocupación. Hacen una campaña nacional de lectura.
Sostienen grupos de escritura en árabe, bibliotecas, talleres de teatro. Editan entre 7 y 10 libros por año, con el apoyo de la Fundación Heinrich Boll, de la UNESCO, de UNICEF, de los Emiratos Arabes. Reciben unos 3000 libros al año de la organización Book Aid International. "Nuestra visión es la de una Palestina donde los chicos y los jóvenes puedan hacer realidad sus sueños desarrollando sus capacidades y su confianza en sí mismos, en un ambiente donde sean escuchados y se los haga sentir valorados y seguros", dice el folleto que Qubbaj reparte.
La directora de Tamer habló con Clarín en Guadalajara, México, adonde fue invitada a contar la experiencia. Cruzó el mundo para promover su Instituto y eso hace, así que entrega el folleto, enumera sus programas, explica: "Tamer se estableció hace 20 años, durante la primera Intifada. El ejército israelí había dispuesto el cierre de escuelas y universidades. Pensamos cómo compensar esa pérdida y se estableció un Comité de Educación Popular. De ahí salió Tamer, para encontrar medios alternativos para aprender y ser productivos bajos esas circunstancias".

­ -¿Cómo está funcionando la educación formal?

­ -Con muchas dificultades, el Ministerio no tiene plata. Pero no es sólo el Ministerio de Educación, toda la situación económica es muy mala. En Cisjordania hay papel y tinta, lo que en Gaza es un problema. Los israelíes permiten entrar algunos suministros, otros no. Es gracioso y triste que ellos decidan qué necesitamos y qué no. Parece que papel es algo que no necesitamos. Así que el papel es muy caro en Gaza. Los crayones, los marcadores, no están permitidos; se los puede conseguir, pero pagando lo que una familia gana en un día. Claro, hay necesidades que están antes que los crayones.

­ -¿Cómo entiende usted esta restricción?

­ -Tampoco pueden entrar libros de imágenes. ¿Cómo lo entiendo? Si se mira la historia de los judíos después del Holocausto, se verá que se preocuparon mucho por la educación. Esa fue una manera de sanar aquello por lo que habían atravesado, que habían visto. Con nosotros tratan de impedirlo.

­ -¿Para qué?

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­ -¿Leer es resistir?

­ -Por supuesto. Las actividades culturales sirven para eso, fortalecen a los seres humanos que tenemos dentro. Sin eso, es cada vez más fácil destruirnos. También sirven para mantener un tejido social. Es difícil sostener ese tejido, la solidaridad, cuando estamos aislados unos de otros: los checkpoints son muy difíciles.

­ -¿Hay bibliotecas?
­ -Sí. Algunas cerraron por la situación económica, algunas funcionan bien. Hay unas 80 bien equipadas para chicos y algunas más para grandes. Pero la llegada de nuevos libros no es suficiente.


­ -¿De qué tipo?

­ -Financiero. Para que puedan llegar nuevos libros, buenos libros.

­ -¿Apoyo de afuera?

­ Qubbaj me mira. Es la primera vez en la charla ­es un desayuno, ella toma té­ que pone cara de que hay cosas que hace falta explicar. Se hace un silencio. ­

-No es necesario que sea diplomática - ­le digo.

-No soy diplomática para nada. Estoy hablando de la causa palestina, de la economía palestina. Nosotros no controlamos nuestra agua, nuestro aire. A veces los soldados destruyen un árbol de olivo que alguien tiene. ¡Claro que somos completamente dependientes de la ayuda externa! Es su responsabilidad, ellos nos pusieron en esta situación, así que por lo menos, ¡por lo menos! tienen que subsidiarnos económicamente. Aun cuando estos subsidios también están politizados: la plata que se les da a los palestinos no los ayuda a construir un Estado, sólo a llevar adelante la vida cotidiana.

-¿Quién es "ellos"? ¿Occidente?

-Por supuesto. La mayor parte de los fondos para los palestinos están conectados con la situación política. Antes había mucho dinero. Cuando Hamas llegó al gobierno (en 2006), vino el completo aislamiento, el completo boicot. Norteamérica se opuso a seguir apoyando a los palestinos porque estaba Hamas aun cuando, desde mi perspectiva, quien trajo a Hamas fue Israel. Ellos acorralaron a Al Fatah, llevaron el proceso de paz a un punto en el que la gente dejó de creer en el sistema existente y entonces giró hacia quienes creyeron más radicales. Yo no creo que sean radicales, juegan el juego. No son diferentes de Al Fatah para mí.

­ -¿Hay alguna alternativa?

-Por ahora no, no lo suficientemente fuerte.
La jarra se vacía, el mozo ofrece más té. Es Cisjordania, es Gaza, pero también es el Siglo XXI. De hecho, Tamer tiene una página en Internet (actualizada por última vez en junio) y uno de los grupos publica en la red su producción

­ -¿Se plantearon el uso de Internet, de redes sociales, de blogs?

­ -No estamos muy avanzados, hay blogs, esas cosas están empezando pero no son parte de nuestra cultura. Qubbaj se detiene, lo piensa. Me mira otra vez: "Bueno, en Gaza la mayor parte del tiempo no hay luz. ¿De qué estamos hablando?"

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