El jurado ensalza El tercer paraíso como una obra que “abre la puerta a la esperanza de hallar en lo pequeño un refugio frente a las tragedias colectivas”
Cristian Alarcón se alza con el premio Alfaguara de novela./elpais.com.Foto/elperiodico.com
El confinamiento de
2020 es el punto de partida de la novela El tercer paraíso, la
primera que ha escrito el veterano cronista Cristián Alarcón (La Unión, Chile
52 años) y con la que ha obtenido el XXV Premio Alfaguara. Autor de dos
importantes títulos de no ficción Cuando me muera quiero que me toquen
cumbia. Vidas de pibes chorros (2003) y Si me querés, quereme
transa (2010), el periodista, que ha sabido narrar como
pocos en las últimas décadas la violenta realidad urbana de Argentina, se aleja
en su nueva obra de la crónica para adentrarse en una historia en la que se
vertebran botánica e historia familiar. Así conforma un libro “dual”, según
apuntó el presidente del jurado, Fernando Aramburu, el jueves por la tarde en
el Casino de Madrid. Desde Buenos Aires con camisa floreada y planta al fondo,
el autor se conectó telemáticamente tras conocerse el fallo. Antes, habló Nuria
Cabutí, consejera delegada de Penguin Random House, grupo editorial al que
pertenece el sello Alfaguara, quien recordó la historia del galardón y su clara
vocación panhispánica.
Veinticinco años después de que el Premio Alfaguara de novela resurgiera —con la voluntad de “apoyar el mejor talento de nuestra lengua común”, como apuntó Cabutí— la obra ganadora en 2022 está ambientada en Chile y Argentina. El tercer paraíso abarca una línea temporal amplia en la que son reconocibles hechos históricos como el terremoto de 1960, el gobierno de Salvador Allende y el golpe de Estado de Pinochet. “Aunque la historia no elude tragedias es una novela de esperanza ante la posibilidad de encontrar un paraíso personal”, subrayó Aramburu. El autor de Patria cerró su intervención citando unos versos de la canción de Violeta Parra, La jardinera: “Cuando me aumentan las penas, de mi jardín han de ser las enfermeras”.
Nacido en Chile,
Alarcón llegó con su familia a Argentina con poco más de cuatro años huyendo de
la dictadura de Pinochet y se formó como periodista en la Universidad de la
Plata, donde hoy imparte clases. Desde los años noventa sus investigaciones han
aparecido en los diarios Página/12 y Clarín, y en
revistas como Gatopardo y Rolling Stone. Hace una
década armó la revista digital Anfibia, publicada por la
UNSAM, y Cosecha Roja, la Red Latinoamericana de Periodismo
Judicial, dos proyectos que siguen en marcha. La hibridación entre el mundo
académico y el periodístico, que caracteriza esa publicación, está conectada
también con su debut en la ficción con un libro en el que se van entrelazando
distintas líneas narrativas, reconstruyendo la historia familiar del narrador,
el jardín que va plantando y la historia de la botánica. “He sido periodista
toda mi vida. He escrito sobre la guerra urbana, sobre narcos y a los 50 años
me reencontré con la profunda relación que muchos necesitamos con la
naturaleza. He buscado dentro y no fuera. Esta novela es un proceso de
introspección, un homenaje a todas las mujeres que han sembrado todo lo que ha
crecido en Latinoamérica. El encierro me ha liberado”, apuntó el escritor que definió
su obra como “feminista, queer y botánica”, una “performance botánica
en un texto”.
Alarcón tenía dos
proyectos de no ficción estancados, y en el confinamiento recibió un encargo
para escribir un ensayo sobre el futuro, que resultó ser la semilla del libro
ahora premiado. Ha pasado dos veces la covid y durante la escritura de El
tercer paraíso (título que, como apuntó, rinde homenaje a Manifiesto
del tercer paisaje de Gilles Climent) logró dejar atrás “al cronista
que lo controla todo como un tercer ojo universal”, y en un momento dado cruzar
también la frontera física argentina e instalarse en Chile en la comunidad
campesina y proletaria de la que procede su familia y en la que él nació. “Me
reencontré con el mundo mapuche y con ese Chile en transformación, aunque esto
último queda fuera de la novela”, señala. Añade que entre sus nuevos proyectos
está el lanzamiento de una edición chilena de Anfibia.
El protagonista
de El tercer paraíso, cuya publicación simultánea en España,
América Latina y Estados Unidos está prevista el 24 de marzo, se
retira a una cabaña en las afueras de Buenos Aires ante el advenimiento de la
pandemia. Allí se vuelca en el cultivo de plantas y en el estudio de la
botánica y las grandes expediciones científicas del siglo XVIII. A través de
las plantas reconstruye el pasado, las dalias de su abuela, el exilio y la
incertidumbre, con una estructura elíptica. “Van y vienen historias del clan
que sobrevive a sí mismo, desde el niño marica y la violencia que atraviesa su
clase, a la necesidad de narrar la construcción de un jardín”, explica.
Homenaje a las
mujeres
Alarcón ha concebido
su debut en el terreno de la ficción como un homenaje a las mujeres. Ellas
siempre han jugado un papel importante en sus crónicas. “Esas luchadoras
feroces vuelven a estar aquí, pero a través de personajes inspirados en mi
madre y mi abuela. La mujer latinoamericana es la más golpeada, la que defiende
la comida y el territorio y se defiende sus padres y esposo”, señala.
Después de dos años
de pandemia y ese ensayo sobre el futuro del que surgió esta novela, ¿ha
llegado Alarcón a alguna idea sobre el futuro? “Es una palabra enorme que ha
perdido sentido, nos excede la naturaleza y también nos exceden los ancestros.
Lo que me impulsa siempre es aprender”, asegura con exultante sonrisa.
Dotado este año con
154.000 euros, el premio Alfaguara en estos 25 años ha premiado entre otros al
nicaragüense Sergio Ramírez, al argentino Tomás Eloy Martínez, a los
colombianos Juan Gabriel Vásquez y Pilar Quintana, o al español Ray Loriga que
en 2022 ha formado parte del jurado. Además de Aramburu en él estaban la
periodista y escritora Olga Merino; Marisol Schultz, directora de la FIL de
Guadalajara; la librera de La lata peinada, Paula Vázquez, y la directora
editorial de la división literaria de Penguin Random House, Pilar Reyes, con
voz pero sin voto.
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