31.7.11

El cuento del domingo

Mario Benedetti

La noche de los feos



1

Ambos somos feos. Ni siquiera vulgarmente feos. Ella tiene un pómulo hundido. Desde los ocho años, cuando le hicieron la operación. Mi asquerosa marca junto a la boca viene de una quemadura feroz, ocurrida a comienzos de mi adolescencia.

Tampoco puede decirse que tengamos ojos tiernos, esa suerte de faros de justificación por los que a veces los horribles consiguen arrimarse a la belleza. No, de ningún modo. Tanto los de ella como los míos son ojos de resentimiento, que sólo reflejan la poca o ninguna resignación con que enfrentamos nuestro infortunio. Quizá eso nos haya unido. Tal vez unido no sea la palabra más apropiada. Me refiero al odio implacable que cada uno de nosotros siente por su propio rostro.

Nos conocimos a la entrada del cine, haciendo cola para ver en la pantalla a dos hermosos cualesquiera. Allí fue donde por primera vez nos examinamos sin simpatía pero con oscura solidaridad; allí fue donde registramos, ya desde la primera ojeada, nuestras respectivas soledades. En la cola todos estaban de a dos, pero además eran auténticas parejas: esposos, novios, amantes, abuelitos, vaya uno a saber. Todos -de la mano o del brazo- tenían a alguien. Sólo ella y yo teníamos las manos sueltas y crispadas.

Nos miramos las respectivas fealdades con detenimiento, con insolencia, sin curiosidad. Recorrí la hendidura de su pómulo con la garantía de desparpajo que me otorgaba mi mejilla encogida. Ella no se sonrojó. Me gustó que fuera dura, que devolviera mi inspección con una ojeada minuciosa a la zona lisa, brillante, sin barba, de mi vieja quemadura.

Por fin entramos. Nos sentamos en filas distintas, pero contiguas. Ella no podía mirarme, pero yo, aun en la penumbra, podía distinguir su nuca de pelos rubios, su oreja fresca bien formada. Era la oreja de su lado normal.

Durante una hora y cuarenta minutos admiramos las respectivas bellezas del rudo héroe y la suave heroína. Por lo menos yo he sido siempre capaz de admirar lo lindo. Mi animadversión la reservo para mi rostro y a veces para Dios. También para el rostro de otros feos, de otros espantajos. Quizá debería sentir piedad, pero no puedo. La verdad es que son algo así como espejos. A veces me pregunto qué suerte habría corrido el mito si Narciso hubiera tenido un pómulo hundido, o el ácido le hubiera quemado la mejilla, o le faltara media nariz, o tuviera una costura en la frente.

La esperé a la salida. Caminé unos metros junto a ella, y luego le hablé. Cuando se detuvo y me miró, tuve la impresión de que vacilaba. La invité a que charláramos un rato en un café o una confitería. De pronto aceptó.

La confitería estaba llena, pero en ese momento se desocupó una mesa. A medida que pasábamos entre la gente, quedaban a nuestras espaldas las señas, los gestos de asombro. Mis antenas están particularmente adiestradas para captar esa curiosidad enfermiza, ese inconsciente sadismo de los que tienen un rostro corriente, milagrosamente simétrico. Pero esta vez ni siquiera era necesaria mi adiestrada intuición, ya que mis oídos alcanzaban para registrar murmullos, tosecitas, falsas carrasperas. Un rostro horrible y aislado tiene evidentemente su interés; pero dos fealdades juntas constituyen en sí mismas un espectáculos mayor, poco menos que coordinado; algo que se debe mirar en compañía, junto a uno (o una) de esos bien parecidos con quienes merece compartirse el mundo.

Nos sentamos, pedimos dos helados, y ella tuvo coraje (eso también me gustó) para sacar del bolso su espejito y arreglarse el pelo. Su lindo pelo.

"¿Qué está pensando?", pregunté.

Ella guardó el espejo y sonrió. El pozo de la mejilla cambió de forma.

"Un lugar común", dijo. "Tal para cual".

Hablamos largamente. A la hora y media hubo que pedir dos cafés para justificar la prolongada permanencia. De pronto me di cuenta de que tanto ella como yo estábamos hablando con una franqueza tan hiriente que amenazaba traspasar la sinceridad y convertirse en un casi equivalente de la hipocresía. Decidí tirarme a fondo.

"Usted se siente excluida del mundo, ¿verdad?"

"Sí", dijo, todavía mirándome.

"Usted admira a los hermosos, a los normales. Usted quisiera tener un rostro tan equilibrado como esa muchachita que está a su derecha, a pesar de que usted es inteligente, y ella, a juzgar por su risa, irremisiblemente estúpida."

"Sí."

Por primera vez no pudo sostener mi mirada.

"Yo también quisiera eso. Pero hay una posibilidad, ¿sabe?, de que usted y yo lleguemos a algo."

"¿Algo cómo qué?"

"Como querernos, caramba. O simplemente congeniar. Llámele como quiera, pero hay una posibilidad."

Ella frunció el ceño. No quería concebir esperanzas.

"Prométame no tomarme como un chiflado."

"Prometo."

"La posibilidad es meternos en la noche. En la noche íntegra. En lo oscuro total. ¿Me entiende?"

"No."

"¡Tiene que entenderme! Lo oscuro total. Donde usted no me vea, donde yo no la vea. Su cuerpo es lindo, ¿no lo sabía?"

Se sonrojó, y la hendidura de la mejilla se volvió súbitamente escarlata.

"Vivo solo, en un apartamento, y queda cerca."

Levantó la cabeza y ahora sí me miró preguntándome, averiguando sobre mí, tratando desesperadamente de llegar a un diagnóstico.

"Vamos", dijo.

2

No sólo apagué la luz sino que además corrí la doble cortina. A mi lado ella respiraba. Y no era una respiración afanosa. No quiso que la ayudara a desvestirse.

Yo no veía nada, nada. Pero igual pude darme cuenta de que ahora estaba inmóvil, a la espera. Estiré cautelosamente una mano, hasta hallar su pecho. Mi tacto me transmitió una versión estimulante, poderosa. Así vi su vientre, su sexo. Sus manos también me vieron.

En ese instante comprendí que debía arrancarme (y arrancarla) de aquella mentira que yo mismo había fabricado. O intentado fabricar. Fue como un relámpago. No éramos eso. No éramos eso.

Tuve que recurrir a todas mis reservas de coraje, pero lo hice. Mi mano ascendió lentamente hasta su rostro, encontró el surco de horror, y empezó una lenta, convincente y convencida caricia. En realidad mis dedos (al principio un poco temblorosos, luego progresivamente serenos) pasaron muchas veces sobre sus lágrimas.

Entonces, cuando yo menos lo esperaba, su mano también llegó a mi cara, y pasó y repasó el costurón y el pellejo liso, esa isla sin barba de mi marca siniestra.

Lloramos hasta el alba. Desgraciados, felices. Luego me levanté y descorrí la cortina doble.

Mario Orlando Hardy Hamlet Brenno Benedetti Farrugia1 (Paso de los Toros, Uruguay, 14 de septiembre de 1920Montevideo, Uruguay, 17 de mayo de 2009), más conocido como Mario Benedetti, fue un escritor y poeta uruguayo integrante de la Generación del 45, a la que pertenecen también Idea Vilariño y Juan Carlos Onetti, entre otros. Su prolífica producción literaria incluyó más de 80 libros, algunos de los cuales fueron traducidos a más de 20 idiomas.

Primeros años

Mario Benedetti nació el 14 de septiembre de 1920 en Paso de los Toros, Uruguay. Fue hijo de Brenno Benedetti y Matilde Farrugia.

Residió en Paso de los Toros junto a su familia durante los primeros dos años de su vida, para luego trasladarse con ellos a Tacuarembó por asuntos de negocios. Luego de una fallida estadía en ese sitio (donde fueron víctimas de una estafa2 ), la familia se trasladó a Montevideo, cuando Mario Benedetti tenía cuatro años de edad. En 1928 inicia sus estudios primarios en el Colegio Alemán de Montevideo, de donde es retirado en 1933. En consecuencia, ingresa al Liceo Miranda por un año. Sus estudios secundarios los realizó de manera incompleta en 1935, en el Liceo Miranda, para continuar de manera libre, por problemas económicos. Desde los catorce años trabajó en la empresa Will L. Smith, S.A., repuestos para automóviles.

Entre 1938 a 1941 residió casi continuamente en Buenos Aires, Argentina.

Comienzos literarios

En 1945 se integró al equipo de redacción del semanario Marcha, donde permaneció hasta 1974, año en que fue clausurado por el gobierno de Juan María Bordaberry. En 1954 es nombrado director literario de dicho semanario.

El 23 de marzo de 1946 contrae matrimonio con Luz López Alegre, su gran amor y compañera de vida. En 1943 dirige la revista literaria Marginalia. Publica el volumen de ensayos Peripecia y novela.

En 1949 es miembro del consejo de redacción de Número, una de las revistas literarias más destacadas de la época. Participa activamente en el movimiento contra el Tratado Militar con los Estados Unidos. Es su primera acción como militante. Ese mismo año obtuvo el Premio del Ministerio de Instrucción Pública por su primera compilación de cuentos, Esta mañana. Mario Benedetti fue ganador del galardón en repetidas ocasiones hasta 1958, cuando renunció sistemáticamente a él por discrepancias con su reglamentación.

En 1964 trabaja como crítico de teatro y codirector la página literaria semanal «Al pie de las letras» del diario La mañana. Colabora como humorista en la revista Peloduro. Escribe crítica de cine en La Tribuna Popular. Vuelve a Cuba para participar en el jurado del concurso Casa de las Américas. Participa en el encuentro sobre Rubén Darío. Viaja a México para participar en el II Congreso Latinoamericano de Escritores.

Participa en el Congreso Cultural de La Habana con la ponencia "Sobre las relaciones entre el hombre de acción y el intelectual" y se vuelve Miembro del Consejo de Dirección de Casa de las Américas. En 1968 funda y dirige el Centro de Investigaciones literarias de Casa de las Américas, cargo en el cual se mantendría hasta 1971.3

Junto a miembros del Movimiento de Liberación Nacional - Tupamaros, fundó en 1971 el Movimiento de Independientes 26 de Marzo, una agrupación que pasó a formar parte de la coalición de izquierdas Frente Amplio desde sus orígenes. Benedetti fue representante del Movimiento 26 de Marzo en la Mesa Ejecutiva del Frente Amplio desde 1971 a 1973, sin embargo, esta alternativa se vio frustrada por la fuerza.3 Además es nombrado director del Departamento de Literatura Hispanoamericana en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Universidad de la República, de Montevideo.

Publica "Crónica del 71", compuesto en su mayoría de editoriales políticos publicados en el semanario Marcha, así como de un poema inédito y tres discursos pronunciados durante la campaña del Frente Amplio. También publica Los poemas comunicantes, con entrevistas a diversos poetas latinoamericanos.

Exilio

Tras el Golpe de Estado en Uruguay de 1973 renuncia a su cargo en la universidad, pese a ser elegido para integrar el claustro.3 Por sus posiciones políticas debe abandonar Uruguay, partiendo al exilio en Buenos Aires, Argentina. Posteriormente se exiliaría en Perú, donde fue detenido, deportado y amnistiado, para luego instalarse en Cuba, en el año 1976. Al año siguiente, Benedetti recalaría en Madrid, España. Fueron diez largos años los que vivió alejado de su patria y de su esposa, quien tuvo que permanecer en Uruguay cuidando de las madres de ambos.

La versión cinematográfica de La tregua, dirigida por Sergio Renán, fue nominada a la cuadragésimo séptima versión de los Premios Óscar en 1974, a la mejor película extranjera; finalmente el premio, entregado en la ceremonia del 8 de abril de 1975, se lo adjudicó la película italiana Amarcord.

En 1976 vuelve a Cuba, esta vez como exiliado, y se reincorpora al Consejo de Dirección de Casa de las Américas. El año 1980 se traslada a Palma de Mallorca. Dos años más tarde inicia su colaboración semanal en las páginas de Opinión del diario El País. El mismo año el Consejo de Estado de Cuba le concede la Orden Félix Varela. En 1983 traslada su residencia a Madrid.

Regreso al Uruguay

Vuelve a Uruguay en marzo de 1993, iniciando el autodenominado período de desexilio, motivo de muchas de sus obras. Es nombrado Miembro del Consejo Editor de la nueva revista Brecha, que va a dar continuidad al proyecto de Marcha, interrumpido en 1974.

En 1985 el cantautor Joan Manuel Serrat graba el disco El sur también existe sobre poemas de Benedetti, contando con su colaboración personal.

En 1986 recibe el Premio Jristo Botev de Bulgaria, por su obra poética y ensayística. En 1987 es galardonado en Bruselas con el Premio Llama de Oro de Amnistía Internacional por su novela Primavera con una esquina rota. En 1989 es condecorado con la Medalla Haydeé Santamaría por el Consejo de Estado de Cuba.

Últimos años

Benedetti recibió, el 30 de noviembre de 1996, el Premio Morosoli de Plata de Literatura, entregado por la Fundación Lolita Rubial, de Minas, Uruguay. En la ocasión, Benedetti fue destacado por su obra narrativa. El mismo año, junto a otros cincuenta escritores, fue distinguido por el Gobierno de Chile con la Orden al Mérito Docente y Cultural Gabriela Mistral.


En mayo de 1997 fue investido con el título Doctor honoris causa por la Universidad de Alicante y unos días más tarde, el 11 de junio, fue también investido por la Universidad de Valladolid. El 30 de septiembre del mismo año fue galardonado con el Premio León Felipe, en mención a los valores cívicos del escritor. Además fue investido en diciembre como Doctor honoris causa en Ciencias Filológicas de la Universidad de La Habana.

El 31 de mayo de 1999 fue galardonado con el VIII Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, dotado de 6.000.000 . La Fundación Cultural y Científica Iberoamericana José Martí le concedió el 29 de marzo de 2001 el I Premio Iberoamericano José Martí.4

El 19 de noviembre de 2002 fue nombrado Ciudadano ilustre por la Intendencia de Montevideo, en una ceremonia encabezada por el intendente Mariano Arana.

En 2004 se le concedió el Premio Etnosur. En 2004 se presentó por primera vez en Roma, Italia, un documental sobre la vida y la poesía de Mario Benedetti, titulado "Mario Benedetti y otras sorpresas". El documental, que fue escrito y dirigido por Alessandra Mosca, y protagonizado por Benedetti, fue patrocinado por la Embajada de Uruguay en Italia. El documental participó en el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, en el XIX Festival del Cinema Latinoamericano di Trieste y en el Festival Internacional de Cine de Santo Domingo.

En 2005, Mario Benedetti presentó el poemario Adioses y bienvenidas. En la ocasión también se exhibió el documental Palabras verdaderas, donde el poeta hizo aparición.

El 7 de junio de 2005 se adjudicó el XIX Premio Internacional Menéndez Pelayo, consistente en 48.000 y la Medalla de Honor de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. El premio, otorgado por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, es un reconocimiento a la labor de personalidades destacadas en el ámbito de la creación literaria o científica, tanto en idioma español como portugués.

Mario Benedetti repartía su tiempo entre sus residencias de Uruguay y España, atendiendo a sus múltiples obligaciones y compromisos. Después del fallecimiento de su esposa Luz López, el 13 de abril de 2006,5 víctima de la enfermedad de Alzheimer, Benedetti se trasladó definitivamente a su residencia en el barrio Centro de Montevideo, Uruguay. Con motivo de su traslado, Benedetti donó parte de su biblioteca personal en Madrid, al Centro de Estudios Iberoamericanos Mario Benedetti de la Universidad de Alicante.6

La Fundación Lolita Rubial volvió a condecorar a Benedetti el 25 de noviembre de 2006, con el Premio Morosoli de Oro.

El 18 de diciembre de 2007, en la sede del Paraninfo de la Universidad de la República, en Montevideo, Benedetti recibió de manos de Hugo Chávez la "Condecoración Francisco de Miranda", la más alta distinción que otorga el gobierno de Venezuela por el aporte a la ciencia, la educación y al progreso de los pueblos. Ese mismo año recibió la Orden de Saurí, Primera Clase, por servicios prestados a la literatura. La Orden de Saurí es la condecoración más alta de El Salvador.

En el 2007, Benedetti recibió el premio ALBA, ortorgado por Venezuela.

En los últimos diez años, debido al asma y por recomendación médica, el escritor alternaba su residencia en España y en Uruguay, tratando de evitar el frío, pero al agravarse su estado de salud permaneció en Montevideo.

La muerte de su esposa Luz López en 2006, luego de seis décadas de matrimonio, fue un duro golpe para Benedetti que, según confesó, sobrellevó escribiendo.

En uno de sus últimos libros, titulado Canciones del que no canta, alude a su historia personal. "No fue una vida fácil, francamente", ha dicho Benedetti, quien con su pluma marcó a varias generaciones.

En abril de 2009 tras su internación en Montevideo, se organizó por iniciativa de Pilar del Río (esposa del escritor José Saramago) una "Cadena de Poesía" mundial para apoyarlo.7

Muerte

El día 17 de mayo de 2009 poco después de las 18:00, Benedetti muere en su casa de Montevideo, a los 88 años de edad.8 9 El Palacio Legislativo fue designado como el sitio de su velatorio. En el marco de este hecho, el gobierno uruguayo decretó duelo nacional y dispuso que su velatorio se realizara con honores patrios en el "Salón de los Pasos Perdidos" del Palacio Legislativo desde las 9:00 del lunes 18 de mayo.10

Obra

Su extensa obra abarcó los géneros narrativos, dramáticos y poéticos. Asimismo fue autor de ensayos y su voz recitando sus poemas fue grabada en varios casetes y cds en compañía de Daniel Viglietti o en solitario. Joan Manuel Serrat musicalizó varios de sus poemas en el disco El sur también existe.

Foto:archivo.Semblanza biográfica:Wikipedia.Texto:ciudadseva.com

30.7.11

Murió el escritor Carlos Perozzo

El escritor cucuteño, de 72 años, falleció el jueves en la madrugada, en Bogotá
Carlos Perozzo , escritor y dramaturgo.foto.fuente:vive.in

En la madrugada del pasado jueves, 28 de julio, falleció en la capital, víctima de un cáncer, el escritor cucuteño Carlos Perozzo, de 72 años. Aunque estudió arquitectura, dedicó la mayor parte de su vida al arte, la literatura y la dramaturgia, sus grandes pasiones.

En 1964 se casó con la actriz Margalida Castro, de cuya unión nacieron sus dos hijas, Gina Paola y Carla.

"Fue el artífice de mi vida laboral y familiar, porque yo estudiaba arquitectura y tocaba flauta de conservatorio, pero fue por él por quién terminé en la actuación, porque una vez necesitaba una actriz rubia para uno de sus montajes", recuerda Castro.

Se desempeñó también como cónsul de Colombia en España, durante la administración de Belisario Betancur.

Sus amigos más cercanos lo recuerdan como un hombre de gran lucidez y profundo estudioso de la obra de Shakespeare y del teatro latinoamericano. Precisamente, combinó su labor creativa con la investigación y la docencia universitaria.

Era autor de las novelas La O de Aserrín, Hasta el sol de los venados y Juegos de mentes. Sus obras de teatro Atreverse a luchar, atreverse a vencer y La cueva del infiernillo fueron galardonadas en los concursos de Casa de las Américas, en 1973, y de autores de Teatro Nacional Icasa, en 1980.

Perozzo murió al lado de su segunda esposa, Mabel Pachón, con quien compartió los últimos 30 años.


Juan Esteban Constain gana el premio Espartaco de novela histórica

El escritor colombiano Juan Esteban Constain ganó el premio Espartaco a la mejor novela histórica publicada en español por su obra Calcio en la que ensaya una versión sorprendente de los orígenes del fútbol

Juan Esteban Constain, autor de Calcio, a próposito del Mundial Sub 20, que arrancó en Colombia como sede del Campeonato Juvenil.foto:Alberto Morante.fuente:elpais.com.co

El jurado del galardón de la Semana Negra, formado por Fermín Goñi, Alfonso Mateo Sagasta y Juan Miguel Aguilera, ha seleccionado la novela de Constain entre otras dos finalistas: "La venganza de los patriotas", del argentino Miguel Bonasso, y "Los escarpines de Kristina de Noruega", de la española Cristina Sánchez Andrade.

‘Calcio’ es una hipótesis un tanto descabellada, pero literariamente asumible, de lo que pudo ser el primer partido de fútbol jugado con los pies, que según el relato de Constaín se jugó entre las fuerzas del imperio de Carlos V y las de la República de Florencia, y sirvió para dirimir el conflicto.

En sus páginas se cuenta que el profesor Arnaldo Momigliano, experto en el Renacimiento, sugirió que en la plaza de la Santa Croce de Florencia, en 1530, se jugó por primera vez con un balón sin que los jugadores pudieran tomarlo con la mano.

Constaín, quien nació en Popayán (1979), es historiador con énfasis en lenguas clásicas. En 2008 vio a Florencia transformada por el fútbol, una tarde en que jugaban la Fiorentina contra los Rangers de Glasgow y las calles estaban llenas de ‘hooligans’, lo cual inspiró su novela.

Cuando se le pregunta si ‘Calcio’ es una novela histórica, responde: “Es prehistórica, porque se refiere a la prehistoria del fútbol y a todos los juegos que se jugaron con pelotas y balones desde Caldea y Asiria hasta el Renacimiento”.

Ésta es la segunda novela de Constaín, pues en 2007 había publicado ‘El naufragio del Imperio’, una historia de mar y tierra, en la cual unos neogranadinos se embarcan en una aventura con el emperador Napoleón. En 1816, intentaron ir hasta Santa Helena, la isla que sirvió de cárcel a Bonaparte con el propósito de secuestrarlo, traerlo a la Nueva Granada y hacerlo gobernante de estas tierras.

Esto también hace parte de la historia, pues Constaín lo halló en el libro ‘Bonapartien’ (1830), y de ahí partió su relato.

Sus otros libros son de historia: en 2003 publicó ‘Librorum’, sobre los textos antiguos del Colegio Mayor del Rosario; en 2004, ‘Ideas políticas. Historia y filosofía’ y ‘Los mártires’, y en 2005 ‘La formación del mundo contemporáneo’.

Por eso, considera que “la historia es un género literario, porque, incluso como disciplina, se sirve de la literatura para desentrañar los misterios”.

Nace una 'madriguera' para los libros

Abrió sus puertas la librería La madriguera del conejo, en el norte de Bogotá, un nuevo rincón para los amantes de los libros
Se abrió una nueva librería de libros curiosos, en el norte de Bogotá.foto.fuente:vive.in

"Yo pienso que una librería pequeña debe ser una lugar lúdico, con libros que uno no necesite, que no sean de referencia sino de gusto, en donde sean los libros los que buscan a su lector", explica el literato David Roa, gerente del lugar.

Gracias a su experiencia de varios años como librero, Roa reunió a un grupo de amigos lectores, que solían consultarlo en las diferentes librerías capitalinas en las que trabajó, para proponerles la idea de abrir un espacio que ante todo invitara a la lectura con ningún otro fin que el del ocio. "La lectura es una actividad tan sabrosa que debe funcionar por sí sola".

Para ello, una de las premisas de Roa es dejar de lado el exceso de formalidad que tienen algunas librerías. "Me gusta mucho más algo informal y que la gente no le de miedo hablarle al librero".

Este nuevo espacio contará con una oferta en la que primarán novedades de literatura, historia, arquitectura, arte y libros infantiles. Así mismo, curiosidades astrológicas o esotéricas, "pero como las que publicó Jacobo Siruela, en su inicio, en el fondo Atalanta", explica Roa.

Luego de barajar muchos nombres, los socios apoyaron La madriguera del conejo, que hace referencia a un lugar secreto, lleno de tesoros, y que tiene directa conexión con el primer capítulo Alicia en el país de las maravillas. Para Roa "este es un libro con muchos juegos de lógica y de palabras", que es el mensaje lúdico que ellos ofrecerán.

"Yo pienso que el libro impreso tiene su futuro asegurado en las librerías pequeñas o de nicho", agrega Roa, al resaltar los beneficios de este tipo de lugares personalizados.

Matar es un acto cotidiano

Una vida atormentada fue determinante en la narrativa de Patricia Highsmith, que creó personajes tan espeluznantes como ella misma
La Dama Oscura. Los personajes psicopáticos de Highsmith tendrían que ver más con su propia vida que con su capacidad como narradora.foto.fuente:Revista Ñ

Ningún amante del cine podrá olvidarse jamás de la expresión perpleja y temblorosa de Bruno Ganz al interpretar en la película El amigo americano (1977) el personaje de Jonatham Zimmermann, un humilde fabricante de marcos alemán que cae en la perversa trampa de su amigo, Tom Ripley. En aquella película de culto dirigida por Win Wenders, a Zimmermann le hacen creer que tiene leucemia, y de esta manera se lo empuja sin más a cometer un par de asesinatos, bajo la promesa de que su mujer y sus hijos heredarán el dinero. De esta manera, Win Wenders parece coincidir allí con el argumento central de Patricia Highsmith, la autora de El talento de Mister Ripley , la novela de 1955 que dio origen al filme: matar es un acto cotidiano.

Sobre esta obsesión –que por otra parte insiste como núcleo productivo en toda la serie de la novela negra– giran las setecientas sesenta y seis páginas de la monumental biografía de Patricia Highsmith que acaba de publicar Circe y que escribió Joan Schenkar, una autora dramática muy popular en los Estados Unidos. Bajo el argumento de que pocos escritores han saboreado el dolor o sufrido el placer de la repetición más que Patricia Highsmith, la autora estructura la biografía de una manera poco convencional, pero convincente. Desde aquí el libro no sigue la cronología de la vida de Highsmith a partir de una línea temporal sino que se arma en torno a una serie de obsesiones que insistieron a lo largo de su vida y que produjeron esa personalidad tan especial y archiconocida de la escritora norteamericana. Autora de más de treinta textos, entre los que se destacan sus extraordinarios ocho libros de cuentos, la fama le llegó a Highsmith muy tempranamente, si se tiene en cuenta que su primera novela, Extraños en un tren (1950) fue llevada al cine por Alfred Hitchcock.

Joan Schenkar sostiene que aquello que hizo famosa a Patricia Highsmith y le permitió incluso lograr un buen reconocimiento de la crítica –es decir: lo que se podría interpretar como su artificio literario– tiene grandes similitudes con la peripecia vital de la escritora. De esta manera la creación de personajes psicopáticos que se mueven en la frontera entre el bien y el mal –entre los cuales sin lugar a dudas el de Tom Ripley es el más importante–, tendría mucho más que ver con la propia vida que con su capacidad como narradora. Y en este sentido, sus afirmaciones son contundentes: "Durante gran parte de su vida Patricia Highsmith fue una mujer increíblemente dura (y no sólo dura, sino 'dura de Texas', dice su legendario editor estadounidense Larry Ashmead), con un interior extremadamente amargo. Al principio y al final, las esperanzas de muchos amigos y amantes chocaron contra su irrompible coraza. Lo que veían debajo, si es que conseguían llegar a verlo, normalmente era más de lo que podían aguantar. Pero Pat lo aguantaba, y lo hacía con fortaleza".

El acceso a los archivos literarios de Patricia Highsmith que se encuentran en Berna, una gran parte de material que no había sido visto ni publicado hasta ahora, le permite contar a Joan Schenkar con la posibilidad de ver y desmenuzar algunos secretos de su vida pero también de su estilo: su buen ojo de forense para los detalles, su extremada conciencia de las formas en que puede enumerarse la actividad humana. En este sentido, la biógrafa reconoce que aunque detestaba el mundo freudiano –más allá de que sobre el final de su vida atormentada, alcohólica y misógina la escritora pensó en la posibilidad de realizar una terapia de este sesgo–, la personalidad de Patricia Highsmith puede ser claramente comprendida al revisar los primeros años de su infancia.

Patricia Highsmith nació en 1921 con el nombre de Mary Patricia Plangman, en Forth Worth, Texas. Los padres de la escritora se divorciaron cinco meses antes de su nacimiento, por lo que Patricia no conoció a su padre hasta los doce años. Pasó los tres primeros años de su vida bajo la crianza de su abuela materna hasta que, intempestivamente, su madre se casó con otro hombre que le daría el apellido Highsmith y se la lleva a vivir con ellos a Nueva York, arrancándola violentamente del mundo en que vivía y condenándola a una relación de odio absoluto con su padrastro.

En este sentido, Schenkar recuerda que cuando tenía unos diez años la escritora se encuentra con la obra The Human Mind , de Karl August Menninger, que fue quien popularizó el psicoanálisis freudiano en los Estados Unidos. Menninger sería quien le proporcionó a la pequeña Patsy "modelos clínicos" con los que comparar sus propios estados mentales cambiantes, estados a los que la niña siempre estaba extremadamente alerta. Será precisamente la defensa de lo "atípico" que hace Menninger en el prólogo de su libro lo que debió de resultarle muy atractivo a una niña cuyos recuerdos de infancia demuestran lo alejada que se había sentido siempre de lo "normal". De allí a la instancia de crear un personaje como Tom Ripley –que no es ni detective ni policía sino un estafador inteligentísimo que no se somete a la moral establecida y crea sus propios valores–, hay un solo paso. Nuevamente, el arte que copia la vida.

Bonifatti: “Los lectores de Harry Potter están más entrenados para leer a los clásicos”

Mientras leía saga de JK Rowling junto a sus hijos, la investigadora encontró correspondencias entre su estructura y personajes con los primeros relatos literarios de occidente. El descubrimiento dio lugar a Las voces de los clásicos en Harry Potter, un libro para fans, docentes y curiosos por descubrir los secretos del éxito del joven mago
Karina Bonifatti.autora del ensayo: Las voces de los clásico en Harry Potter.foto:internet.fuente:Revista Ñ

"Harry Potter es Pirro, el hijo de Aquiles; la casa Gryffindor, que es el equipo al que pertenecen Harry, Ron y Hermione, sería Grecia; y el contexto cultural e histórico es el de la Guerra de Troya, donde los troyanos son invadidos por los griegos, les incendian la ciudad y cae Troya", resume Karina Bonifatti el primer grupo de correspondencias que encuentra entre Harry Potter –el best seller de J K Rowling– y los primeros relatos de la literatura occidental. Madre y profesora de literatura, Bonifatti descubrió como por arte de magia las relaciones entre los personajes de la saga y los que protagonizan La Odisea y La Ilíada a partir de sus hijos, y acto seguido comenzó una investigación académica que acaba de publicar en Las voces de los clásicos en Harry Potter (Biblos), un libro repleto de datos y referencias que confirman su hipótesis pero también establece preguntas sobre el lugar del lector, y una finalidad: acercar a los jóvenes –los lectores de Harry Potter cuya saga está concluida– a la lectura de los clásicos.

"Definitivamente, creo que los lectores de Harry Potter están más entrenados que otros lectores para leer a los clásicos del ciclo troyano", aseguró la autora, que confesó que admira a JK Rowling y le gustaría saber qué opina de esta hipótesis suya. "Si a los lectores de Harry Potter se les dan los elementos comparativos, pueden comprender fácilmente tramas amorosas de Esquilo, de Sófocles o de Eurípides porque hay similitudes", afirmó Bonifatti, Licenciada en Letras de la UBA, donde también es profesora en la carrera de Edición. "Pero pienso en un lector que ya leyó la saga", completó.

"Siempre me pregunté cuál es la razón para que Harry Potter siga calando tan hondo entre los niños", se preguntó Pablo Medina, director y fundador de La Nube, centro de documentación e investigación sobre literatura infantil y juvenil, durante la presentación en la Casa del Bicentenario. "Es un texto que plantea preguntas, y los niños y los jóvenes se sienten intrigados por las cuestiones filosóficas, por la vida y el mundo, cosa que los escritores de literatura infantil son los únicos que han comprendido", reflexionó. Para Pablo Caramelo, actor, profesor de teatro y otro de los presentadores, Las voces de los clásicos en Harry Potter es, simultáneamente, un ejercicio de educación doméstica en el que se revela una relación de intensidad con la literatura, un libro de literatura comparada y un ejercicio lúdico. Ambos citaron a Borges, aunque por razones diferentes.


"Harry Potter primero fue un fenómeno de mercado. En la Argentina explotó en 2000, con la publicación del tercer libro, que durante el primer año vendió más de 100 mil ejemplares. De pronto descubrimos que los chicos leían. Y algunos profesores se vieron tentados de usarlo en la escuela. Pero el mercado, en lugar de legitimar, deslegitima", recordó Valeria Sorín como última de las expositoras. "Sumado esto a que la literatura infantil se escribe con minúscula, es muy difícil que un investigador se comprometa con un objeto tan poco legitimado; es casi un atrevimiento hacer pie en Harry Potter para, de paso, fomentar la lectura crítica", completó la secretaria académica de la carrera de Edición de la Universidad de Buenos Aires, que destacó, además, la diagramación del libro con conceptos marcados en el margen; su utilidad para los docentes de escuela media ("para apoyarlos en el desarrollo") y un rumbo: el porvenir de la lectura es la antigüedad clásica.

29.7.11

¡ 50 mil visitas !

En pleno trance de congoja por El Joe alcanzamos esta cifra
Posted de la noticia de la muerte de El Joe.foto.fuente:delcastilloencantado.blogspot.com

El 27 de julio, mientras los barranquilleros enterraban a El Joe, y los colombianos lamentábamos su muerte, Del Castillo Literario alcanzaba la potente cifra de 50 mil visitas del blog, la cual es el mejor estimulo para seguir comprometidos en la actualización constante de esta bitácora literaria.

Agradecemos a los lectores visibles e invisibles en la inmensísima nube del ciberespacio infinito que les encanta cliquearnos, por abrir sus jornadas de cliqueos y vistazos para leer sugerencias que hacemos a diario en nuestro blog

¡ Muchas gracias!

El argentino Ricardo Piglia gana el Premio Hammett de novela negra

El escritor argentino Ricardo Piglia ha ganado hoy el Premio Hammett de novela negra de la Asociación Internacional de Escritores Policiacos por su obra Blanco nocturno, en la que hace un retrato de la sociedad rural de su país a partir de la investigación de un asesinato
El argentino Ricardo Piglia gana el Premio Hammet de novela negra.foto.fuente:larazon.es

El jurado reunido en la Semana Negra de Gijón, formado por Elúa Barceló, David Torres y Raúl Argemí, ha valorado los distintos planos de la narración y el uso de un lenguaje coloquial pero culto para premiar a una novela "muy bien escrita". "Blanco nocturno" (Anagrama 2010) ha "sorprendido" al jurado con una trama directa y compleja que desnuda traiciones y negociados, pasiones y trampas, en la que quien parece a todas luces ser el culpable verdadero de un crimen es solo un chivo expiatorio que oculta al verdadero asesino.

Ambientada en las interminables llanuras de la pampa bonaerense a comienzos de los años setenta, la novela de Piglia retrata la vida en un clima sereno tradicional de los pueblos rurales y el infierno de las relaciones familiares, en un contexto sociopolítico complejo que refleja con mucha aproximación la realidad de Argentina en aquellos años.

Es una novela negra en toda regla, porque parte de la investigación puramente policial de un caso para llegar "en un plano superior" a la denuncia social, ha explicado el escritor Raúl Argemí, que ha integrado el jurado que ha concedido el premio.

Piglia recurre a Emilio Renzi, su "alter ego" literario, el periodista, el policía o el investigador privado, según sea el caso, para desentrañar la verdad en un caso que todo el mundo da por cerrado al haber sido condenado un japonés por el asesinato de un negro portorriqueño educado como americano en Nueva Jersey, llegado a las pampas argentinas siguiendo la estela de dos hermanas gemelas liberales.

Tony Duran, el extraño forastero asesinado, las hermanas Ada y Sofía Belladona, hijas del acaudalado hacendado dueño de casi todas las tierras del lugar con las que tenía una relación de triángulo amoroso, y el hermanastro de ellas, un tipo raro que vive encerrado en una fabrica, participan del entramado que intenta desarmar Rienzi.

Piglia cuenta dos historias centrales a la vez en una trama "sórdida" que va desvelando los negocios sucios, el tráfico de intereses entre la oligarquía terrateniente, los dirigentes políticos, los jueces, los bancos y las compañías financieras que pugnan por hacerse son las tierras donde se asienta la fábrica del hermanastro de las Belladona.

La obra narra el cambio de un país, que pasa de ser productor a la cultura de la especulación, que comenzó a gestarse a finales de los años sesenta y principios de los setenta con la dictadura de Onganía, y se asentó definitivamente con los militares en los ochenta y los gobiernos liberales posteriores, ha explicado Argemí.

El premio Dashiell Hammett lo entrega la Asociación Internacional de Escritores Policiacos a la mejor novela del género publicada el año anterior, en el marco de la Semana Negra de Gijón.

Al premio llegaron también como finalistas: "El humo en la botella", de Juan Ramón Biema; "Cuadrante las Planas", de Willy Uribe; "Todo es silencio", de Manuel Rivas; "El cebo", de José Carlos Somoza; y "Orquídeas negras", de Juan Bolea

Un académico chino publica la primera biografía escrita en mandarín de Hugo Chávez

Biografía de Hugo Chávez: De la Revolución Bolivariana al Socialismo del Siglo XXI, en la embajada de Venezuela en Pekín asistieron la embajadora Rocío Maneiro, el investigador sobre el país latinoamericano Wang Peng y trescientos invitados entre intelectuales chinos y diplomáticos
Presentación de la primera biografía escrita en mandarín sobre el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, escrita por el profesor chino Xu Shicheng. foto:EFE.fuente:lainformacion.com

El escritor chino Xu Shiceng presentó hoy la primera biografía escrita en mandarín del presidente venezolano, Hugo Chávez, a quien definió como "el gran líder de la izquierda latinoamericana" del siglo XXI

"Resulta un poco arriesgado escribir una biografía de alguien que todavía está en activo en el escenario político mundial. El capítulo siguiente aún está por escribir, probablemente tras su reelección en 2012", dijo el autor, también catedrático y académico.

Al acto de presentación del texto, titulado "Biografía de Hugo Chávez: De la Revolución Bolivariana al Socialismo del Siglo XXI", en la embajada de Venezuela en Pekín asistieron la embajadora Rocío Maneiro, el investigador sobre el país latinoamericano Wang Peng y trescientos invitados entre intelectuales chinos y diplomáticos.

"Fue un gran desafío escribir sobre alguien tan activo en la escena política mundial y que ha logrado grandes cambios en lo económico, político, social y diplomático en su país. Traté con honestidad de abordar los principales planteamientos de su relación con EEUU, Rusia, España y China", destacó el escritor chino.

Según Xu, Chávez es parte ya de la historia de América Latina "al haber iniciado la emergencia en el continente, por la vía electoral, de movimientos de izquierda".

"Esa emergencia izquierdista, no por la lucha armada como en los años 70 y 80, se extendió desde 1999 a Argentina, Bolivia, Chile, Ecuador, Paraguay, Uruguay o El Salvador. Chávez es un estadista de importancia para América Latina y para el mundo", subrayó Xu en una entrevista con Efe.

Se mostró convencido de que si Chávez "gana las (elecciones) en 2012 hará cambios tanto en política interna como exterior".

Xu señaló que haber analizado con anterioridad el pensamiento de Simón Bolívar le ayudó a comprender que Chávez le toma de ejemplo desde la Academia Militar "y como él, desea la transformación de su país y jugar un papel histórico".

La biografía destinada en un principio a los estudiosos del país asiático, y que tal vez se traduzca al español, fue publicada por la Editorial Popular de China, consta de más de 400 páginas y en su amplia bibliografía documental incluye discursos y escritos de la página web "Línea de Chávez".

Al texto ahora publicado le precede "Fidel Castro. Del martiano al marxista", publicado en 2008. "Ambos (Chávez y Castro) siguen haciendo historia y junto al argentino Che Guevara son los líderes de la izquierda latinoamericana", afirmó Xu.

Según Xu, el presidente venezolano "es una persona muy ágil" que ha extraído lecciones desde su llegada al poder y ha hecho "ajustes, como los que le permitieron ganar el referéndum de 2009" y ahora ha delegado "poderes, en su último viaje a Cuba".

"Con Chávez me propuse aportar elementos para valorar su figura en el marco de los cambios ocurridos durante sus casi 13 años de mandato", indicó el escritor, quien dedicó más de 40 años al estudio de América Latina, continente al que ha viajado en diversas ocasiones.

Xu, que felicitó a Chávez en su 57 cumpleaños, que celebra hoy, recordó que es el jefe de Estado latinoamericano que más veces (6) visitó China, "prueba de la buena relación entre ambos países".

Tema de la edad y del tiempo

En época de vacaciones, Luis Chitarroni confiesa que "las novelas sobre la infancia –y sobre la infancia en la escuela– me encantaron siempre". Cómo cambiamos, o cómo dejamos de ser lo que hemos sido con los años, es el tema que el autor recorre en esta columna plagada de sensaciones y sentimientos
Cambios. Cómo dejamos de ser lo que hemos sido.foto.fuente Revista Ñ

No puede establecerse con el tiempo una relación personal. O acaso la única relación posible con el tiempo es personal, sólo que la abundancia de generalidades le borra las facciones y las huellas de identidad, y uno termina abusado y obsedido por su predominio, el cuerpo y lo que nos quede de alma a tientas en un espacio que mantiene por su cuenta, no se sabe cómo, el equilibrio. Mi relación nunca fue con el tiempo sino con la edad. O creo que fue la edad la que determinó que publicara una novela sobre quien había sido cuando empecé a creer que algún día escribiría novelas. Lo cierto es que las novelas sobre la infancia –y sobre la infancia en la escuela– me encantaron siempre. Aún leo las que me permite el tiempo seguir descubriendo, para no reducirlas a El gran Meaulnes y Las tribulaciones del joven Törless. Mi interés por la novela inglesa aumentó gracias a la cantidad de novelas sobre la vida escolar. Estoy buscando todavía la de Arthur Calder-Marshall que, de acuerdo con la descripción un poco despectiva que Graham Greene hace de ella, debe de parecerse a El carapálida: "Más de sesenta personajes que pertenecen sin exclusión a la escuela pública, y a los que se les permite expresarse en menos de una página o dos, concurren para describir un incidente, ofrecer una impresión de sus personalidades en el momento mismo en que la acción ocurre, sin oportunidad en la que puedan referirse para nada al oscuro trasfondo" (el subrayado es de Greene). Se llama El centro muerto (The Dead Center).

De L.P. Hartley a Robert Liddel, de Julian Hall (ese gran favorito de Larkin) a Lord, Dismiss Us , novela del escándalo de cámara que llevó a un petulante Dirk Bogarde a la casa del autor, Michael Campbell, para descubrir no sólo la negativa de éste de adaptarla para la pantalla sino la recomendación de que leyera otra, Muerte en Venecia, que la máscara entre fantasmagórica y casual del ordenado actor inglés –Mahler y Max Linder al unísono– ignoró hasta que Visconti lo condenó a interpretarla, el mundo continental siempre demasiado ancho y ajeno.

Sin embargo, es más curioso en realidad el vínculo que uno establece con las franjas o intervalos de tiempo que la relación en general de la que hablaba al comienzo de la nota. El chico de la tapa de mi novela –yo en séptimo grado– es menos real para mí que el señor un poco cansado de la fotografía de la solapa, una de las que más quiero. La tomó Alejandra López, que hace unos días me escribió pidiéndome autorización para exhibirla. Puedo apreciar su calidad prescindiendo del modelo, limitado a proporcionar un tema –no muy divertido– al ojo del artista, el fotógrafo. Alejandra López supo encontrar ese punto en el que mi vanidad, sin punto de apoyo, se ofrece tal como es, a la vez desganada y afanosa, con un anhelo interminable de adherirse o mimetizarse a lo que la rodea (una enredadera, en este caso). Y el punctum y el studium , categorías barthesianas, vendrían, en este caso a ser lo mismo, ahogadas por mi propia angustia –yo sin eco, desgañitado, narciso en el estanque de mi presunción necia–: el escritor que el niño de la tapa soñó ser, bendecido, sí, por el aura de la época y el genio de la fotógrafa.

En cambio, la presunción de hacer oír –o leer– mis sueños no me desveló, pobre lector de Ñ, hasta hace unos días. El tiempo involucrado en el título me ofrece la coartada, porque no es frecuente que sueñe algo tan significativo o, mejor dicho, tan presuntuoso, tan explícitamente "oniricoide" (en el sentido más adverso y peyorativo). Del sueño me arranca algo, y como en todos los sueños de los que recuerdo sensaciones, sentimientos o pecados, lo que me arranca no hace otra cosa en la vigilia que acrecentar mi codicia. Es un objeto tangible, a la vez un libro y un cuaderno de ejercicios inconcluso. Lleva como título "El tiempo y José Cemí", escrito con una letra que no es la mía. Cemí, cobardemente interpretable: Sé mí. Pero además, protagonista lezamesco de dos libros admirables: Paradiso y Oppiano Licario. Todas las páginas del libro tienen un manchón, una interferencia o un motivo color azul oscuro. Hasta que se vuelve una especie de continuo de azul oxígeno (el color favorito de Vermeer, junto con el amarillo de Nápoles, me enseñó Jean Paris o Etienne Gilson, ya no me acuerdo). El sueño del cuaderno azul de José Cemí me condujo de nuevo al primer cuaderno –libreta– en la que ensayé mi novela. Allí encontré el movimiento de apertura que acaso la justificaba, y que al final, por algunas de esas cuestiones involuntarias en las que el azar le gana la partida a la necesidad, nunca se imprimió como exergo. Es de una carta de Franz Kafka a Felice Bauer. Dice: "Adjunto una fotografía mía, tenía quizá cinco años. La cara de enojo era divertida en aquel momento; la considero ahora secreta seriedad... Quizá no tenía aún cinco años en esta fotografía, quizá más bien dos, aunque tú, amiga mía, podrás juzgarlo mejor que yo, que ante los niños prefiero cerrar los ojos". Nadie como él para exponer, argumentar y contar la historia. ¿Debo agregar "al mismo tiempo"?

Se busca

Cuando los escritores (de Cervantes a Kerouac, de Verlaine a Jack London, Álvaro Mutis o Althusser) son los delincuentes
Escritores y delincuentes, en su momento: Cervantes; Genet; Burroughs; Perry.foto.fuente:elcultural.es

Comienza la XXIV Semana Negra de Gijón, una fiesta que cobra mayor importancia en tiempos de crisis, cuando, según el Ministerio de Cultura, las novelas policiacas suponen el 15 por ciento de las novedades anuales. En el último ejercicio se editaron 1.050 títulos de novela negra, que facturaron 44,2 millones de euros. De la trilogía Millenium de Stieg Larsson se han vendido más de 3.600.000 ejemplares y La playa de los ahogados de Domingo Villar ha superado los 150.000. Pero, ¿qué pasa cuando los autores (y no el mayordomo) son los asesinos (o ladrones, o estafadores...)? El Cultural revisa sus expedientes...

Imaginen la escena: un juez abrumado, la sala desbordada de curiosos y en el banquillo unos desconocidos llamados, por ejemplo, Cervantes, Jack London, Verlaine, Chester Himes, Jean Genet, Althusser, Álvaro Mutis, Gregory Corso o Jack Kerouac... Imaginen el grosor de los expedientes, sin tener en cuenta, además, los que pudieran hacer referencia a cuestiones políticas ni sexuales. No se trata, en este caso, de censura ideológica ni de amores que no se atreven a decir su nombre. Imaginen también el miedo, la ingenuidad de algunos acusados y la maldad de tantos rivales literarios que celebran el mal ajeno. La sala se va llenando, y el juez pide silencio, mientras sube al estrado el primer acusado, primus inter pares en todos los sentidos: Miguel de Cervantes, (1547-1616), encarcelado en dos ocasiones por supuesta estafa.

Marcado por la desdicha, tras años de calamidades y nada ligero de equipaje (Lepanto, cinco años de cautiverio en Argel, un matrimonio desdichado y numerosas pendencias literarias), en 1587 Cervantes fue designado comisario real de abastos (recaudador de especies) para la Armada Invencible. Y su suerte no cambió: en 1592, en Castro del Río fue encarcelado acusado de vender parte del trigo requisado, y en 1597, siendo recaudador de impuestos, volvió a dar con sus huesos en la trena de Sevilla durante cinco meses. ¿La causa? Simón Freire, el banquero que custodiaba lo que el escritor recaudó, quebró según unas fuentes o huyó con el dinero, según otras. Fue entonces cuando comenzó a escribir El Quijote, en esa "cárcel donde toda incomodidad tiene su asiento".

Cervantes acabó demostrando su inocencia, algo de lo que no podía presumir, en ningún caso, François Villon (1431-?), el mejor poeta francés del siglo XV. ¿Cargos? El asesinato del religioso Philippe Sermoise, un rival de amores, en 1456. Poco después participó en el hurto del Colegio de Navarra y prosiguió sus fechorías en el valle del Loira, donde fue encarcelado en 1461. Liberado meses después, volvió a París y escribió Le Testament, pero fue arrestado de nuevo en 1462; torturado y condenado a la horca, en 1463 se le conmutó la pena por 10 años de destierro de París. Lógicamente, no se volvió a saber de él...

Chatterton, el falsificador
De Ben Jonson (1572-1637), en cambio, se sabe todo: que fue uno de los padres del teatro inglés y que en 1598 fue encarcelado por matar al actor Gabriel Spenser en un duelo. Lo mejor fue su forma de huir de la prisión. Convertido al catolicismo, obtuvo el llamado beneficio de clérigo, una suerte de amnistía por recitar un verso bíblico en latín ante el tribunal.

Si Cervantes fue acusado de desfalco y Villon y Jonson de asesinato y robo, lo de Thomas Chatterton (1752-1770) no pasó de un juego literario tan precoz como genial: con once años falsificó su primera obra maestra del medievo, la égloga Eleonure y Juga, asegurando que se trataba de un viejo manuscrito del siglo XV de un supuesto monje medieval llamado Thomas Rowley. Después vendrían poemas, baladas, biografías y dramas. Para hacer más creíble el embuste, Chatterton avejentaba el papel untándolo con ocre y restregándolo contra el piso de ladrillo, y llegó incluso a componer un diccionario Rowley-Inglés/Inglés-Rowley, pero pronto comenzaron las sospechas de fraude y el falsario acabó envenenándose con apenas 18 años.

Verlaine, preso por amor
Dos años menos, dieciséis tenía Arthur Rimbaud cuando fue a vivir con Paul Verlaine y su mujer, embarazada, en 1871. Los poetas huyeron a Londres y Bélgica, pero en 1873, en Bruselas, Verlaine dio fin a esta atormentada relación amorosa disparando en la muñeca a Rimbaud, y fue condenado a dos años de prisión, que cumplió en Bruselas y en Mons.

Nuestro siguiente culpable ha pasado a la historia como "pintor, escritor y asesino". Admirado por los más selectos círculos intelectuales ingleses de principios del XIX, Thomas Griffiths Wainewright (1794-1847) fue conocido como el envenenador de Londres: celebrado por la élite cultural de la época, hizo un seguro de vida a su cuñada por 18.000 libras meses antes de que muriese, por casualidad, envenenada. El problema fue que le encontraron considerables dosis de estricnina y la policía acabó descubriendo que había asesinado también a su hermano, a un tío y a su suegro.

Mucho más inocente resultó Henry David Thoreau (1817-1862), que pasó un día en la cárcel, el 23 de junio de 1846, por negarse a pagar los impuestos dedicados a sufragar la guerra contra México. Fue, escribió, "una novedad interesante". La guerra le parecía injusta, por lo que proclamó que "bajo un gobierno que encarcela a cualquiera injustamente, el lugar en el que debe estar el hombre justo es la prisión".

A veces los escritores-delincuentes tienen mucho cuento, y se convierten, como en el caso de O'Henry, en maestros del género tras su paso por la prisión. Su verdadero nombre era William Sydney Porter (1862-1910) y simultaneaba su trabajo en el First National Bank con el alcohol, sus escritos en un semanario humorístico llamado The Rolling Stone, y una desdichada vida familiar. Acusado en 1895 de desfalco, no ayudó mucho a sus defensores al huir en julio de 1896 rumbo a Honduras. La noticia de que su mujer estaba agonizando le hizo regresar a Estados Unidos, donde fue juzgado y condenado a cinco años de cárcel, aunque sólo cumplió tres por buena conducta: mientras, escribía los relatos a los que debe su fama.

Sólo tres años después, en 1894, el novelista Jack London (1876-1916), pasó un mes en la cárcel de Erie County en Buffalo (Nueva York) por vagabundeo. Una experiencia traumática porque, como escribió en The Road, "La manipulación del hombre fue solo uno de los menores horrores no aptos de mención, para evitar ofensas morales, de la penitenciaría".

El paso por la cárcel transformó a London, pero no tanto como a Chester Himes (1909-1984); expulsado de la Universidad de Columbus en 1926 por robo, sólo dos años después era condenado a veinte años de cárcel por atraco a mano armada. En la cárcel consiguió una máquina de escribir ,y leyendo a Dashiell Hammet se convenció de que al menos "podía hacerlo igual que él. Cuando mis relatos comenzaron a ser publicados, los otros reclusos pensaron exactamente lo mismo". Liberado en 1935, la publicación de su primera novela en 1945 le consagró como un genio de ese género negro que tan bien conocía.

Otra perla del crimen fue Jean Ray, seudónimo de Jean Raymond Marie de Kremer (1887-1964), escritor belga de relatos de terror que fue sentenciado a seis años de cárcel por desfalco (y liberado dos años después), dejando atrás acusaciones de tráfico de armas y alcohol. Eximio mentiroso según algunos, sus amigos le consideraban "uno de los últimos piratas", y él convirtió la historia de su vida en su mejor ficción.

Quien nunca renegó de sí mismo ni tuvo que reinventarse fue Jean Genet (1910-1986), "rebelde absoluto" y ladrón precoz desde los diez años. Para él, "lo sagrado era el sacrilegio contra los valores ensalzados por la moral y su inspiración, el crimen, la homosexualidad y la traición, trinidad en torno a la cual", según apunta Javier Memba, "gira su obra". Genet consideraba el robo como una vocación sagrada y, fiel a sí mismo, fue encarcelado en numerosas ocasiones por robo, prostitución y pederastia...

Los delincuentes beats
Al menos Genet no fue acusado de asesinato, mientras que otros autores hoy olvidados pero popularísimos en su día, como Alfonso Vidal Planas (1891-1965), acabaron entre rejas, tras disparar en este caso concreto, el 2 de marzo de 1923, en una taberna, a un periodista llamado Luis Anton del Olmet. Condenado a 12 años de prisión, fue absuelto 3 después y al acabar la condena se exilió.

Mención especial merece la generación de poetas beats que revolucionó la literatura del siglo XX: ninguno de sus miembros más destacados se libró de la cárcel. El primero en subir al estrado ahora es Jack Kerouac (1922-1969), acusado de encubrir a Lucien Carr, compañero de cuarto de Allen Ginsberg (1926-1997) en la Universidad de Columbia en los años 40 y que conoció a Kerouac a través de la novia de Jack, Edie Parker. Carr asesinó a puñaladas a David Kammerer en 1944, y se declaró culpable. Kerouac fue condenado por encubridor, pero, tras pagar una fianza de 2.500 dólares recuperó la libertad. Años más tarde Ginsberg era detenido al encontrar la policía material robado en su piso. El poeta pudo eludir la cárcel pero no el psiquiátrico y descubrió que sí, que "los abismos son reales".

También Gregory Corso (1930) fue detenido por intentar vender una radio robada; trasladado a una cárcel de Nueva York, permaneció varios meses, siendo maltratado por los demás presos hasta que acabó en un psiquiátrico. Por su parte, Neal Cassady (1926-1968) fue arrestado en 1958 por ofrecerse a compartir droga con un agente secreto de la polcía, lo que le supuso una condena de dos años.

Peor le fue a William Burroughs (1914-1997), culpable de haber asesinado en 1951, en Ciudad de México, a su mujer, Joan Vollner, jugando a ser Guillermo Tell. El autor de El almuerzo desnudo disparó sobre la manzana que sostenía en la cabeza su mujer, pero hizo diana en su frente. En su declaración afirmó que fue una muerte accidental, los forenses mexicanos avalaron su versión y, pocos días más tarde regresó a Estados Unidos sin exceso de equipaje ni sentido de culpa. Su gran amigo Kerouac llegó a escribir: "Bill es grande, y Joan le ha hecho aún más grande que nunca".

El expediente Bunker
Otra grandeza siniestra , muy distinta, muestra Edward Bunker, que desperdició gran parte de su vida entre rejas. A los 17 años se convirtió en el preso más joven de San Quintín y pasó las dos décadas siguientes entrando y saliendo de diversas cárceles, mientras, comenzaba a leer y a escribir. Sus libros autobiográficos le han convertido en autor de culto, y autores como William Styron y James Ellroy o Quentin Tarantino se declararon fervientes admiradores suyos. Otros autores-asesinos de nuestros días son Hugh Collins (1944), uno de los delincuentes juveniles más peligrosos de Gran Bretaña, y Jimmy Boyle (1944), que presumía de ser "el hombre más violento de Escocia". Autodefinido el primero como "una bomba a punto de estallar", Collins fue condenado a cadena perpetua por clavar un cuchillo de caza en el corazón de un pandillero rival pero también Boyle asesinó al lider de otra banda...

Los últimos años del siglo XX nos han castigado con asesinos en serie, pero pocos comparables al austriaco Jack Unterweger (1951-1994), escritor y asesino en serie de prostitutas a las que mataba estrangulándolas con el cinturón. Condenado a cadena perpetua en 1974, su talento literario, reflejado en piezas como La comedia infernal, estrenada por John Malkovich, hizo que escritores y artistas exigieran su liberación. Sin embargo, poco después de lograrla, en 1993, una revista americana le contrató para escribir sobre un asesino en serie estadounidense y Unterweger aprovechó su visita a la otra orilla del Atlántico para volver a asesinar en serie. Sentenciado a cadena perpetua, prefirió suicidarse (ironías del destino) con su propio cinturón.

Más escritores-delincuentes: José Giovanni (1923-2004), un ganster que acabó convertido en maestro de la literatura negra francesa, autor de más de 20 novelas y 15 películas. Condenado a muerte por el asesinato de tres personas, la condena se conmutó en 1956 y se revocó en 1986. Otro: Jacques Mesrine, enemigo público de la seguridad francesa en 1975, con un historial repleto de robos, asesinatos, secuestros y fugas increíbles, de las que da cuenta en sus memorias, Instinto de muerte.

Culpable sin alegaciones ni descargos resultó Anne Perry, seudónimo de Juliet Marion Hulme (1938), que asesinó a la madre de su mejor amiga, Pauline Parker, cuando ambas supieron que aquella iba a divorciarse y que su amiga iba a ser enviada a Suráfrica. A finales de junio de 1954 las adolescentes condujeron a la víctima a un camino solitario y la golpearon 45 veces con piedras hasta matarla. La edad de las asesinas compensó la brutalidad del crimen y ambas pasaron cinco años entre rejas, con la única condición de no verse nunca más. Juliet, convertida en Anne Perry, ha logrado numerosos éxitos como escritora sin ocultar jamás sus antecedentes ni su historia, que acabó siendo carne de película gracias al filme Criaturas celestiales (1994), protagonizada por Kate Winslet.

Tampoco se ha ocultado jamás el bestsellero Jeffrey Archer (1940), candidato a alcalde de Londres en 2000, que tuvo que renunciar a sus aspiraciones políticas tras ser acusado de perjurio y obstrucción a la justicia en 1987. Expulsado del partido conservador, escribió y protagonizó la pieza teatral El acusado y pasó cuatro años en la cárcel.

Ninguno de los casos revisados por este tribunal tiene nada que envidiar al de Krystian Bala, demasiado ficticio para ser verdad. Pero lo fue: el 10 de diciembre de 2000, el cuerpo de un empresario apareció flotando en el río Oder, en Polonia, sin que se encontrase al asesino. Tres años después, un escritor de poca monta, Krystian Bala, publicaba la novela Amok, con una historia muy similar de celos y crímenes. La policia, mientras tanto, recibió mensajes desde Corea y Singapur de alguien que presumía de haber perpetrado el crimen perfecto, con datos que tenían demasiado que ver que con el crimen. El problema fue que más tarde se descubrió que la mujer de Bala había mantenido una relacion sentimental con víctima, y que los mensajes los había enviado el propio Bala desde su móvil, en sus vacaciones en el sureste asiático.

Mutis, ¿malversador?
En este caso, la prudencia se rindió a la vanidad. Nada que ver con el caso que llevó entre rejas a Alvaro Mutis en 1956. El escritor colombiano era entonces jefe de relaciones públicas de la petrolera Esso, que fue la que le denunció por una presunta malversación de fondos. Mutis logró refugiarse en México, con la ayuda de Octavio Paz y Luis Buñuel, pero en 1958 el gobierno de su país solicitó su extradición y fue encarcelado durante quince meses en el penal Lecumberri. Allí nació El diario de Lecumberri, en el que narra sus experiencias en la cárcel colombiana, "testimonio parcial de una experiencia y la ficción nacida en largas horas de encierro y soledad. La ficción hizo posible que la experiencia no destruyera toda razón de vida".

Remigio Vega Armentero, Maurice Sachs, Thomas Malory, Karl May, Abdel Hafed Benotman... Los expedientes se acumulan, pero es imposible no mencionar al menos dos más, uno dramático, bufo el otro. El primero nos muestra, en noviembre de 1980, a Hélène Legotien pidiéndole a su marido Louis Althusser, que le diera un masaje en la espalda. El entusiasmo del filósofo, ya seriamente enfermo, acabó con el estrangulamiento mortal de su mujer, pero no fue juzgado y acabó recluido en el hospital psiquiátrico Sainte-Anne hasta 1983. Murió en París siete años más tarde.

El otro expediente, más divertido, lo narra Luis Racionero con humor en Sobrevivir a un gran amor y en sus Memorias de un liberal psicodélico. Corría el año 1981, y el poeta Juan Luis Panero andaba rondando a la compañera sentimental de Racionero. Avisado por amigos tan poco sospechosos como Gil de Biedma, Racionero, una mala noche, acabó disparando algunos perdigonazos contra la ventana de Panero, que salió huyendo y no se paró sino en Colombia. A la vuelta, eso sí, el poeta reconquistó el corazón de la dama, con quien aún comparte su vida, en Torroella deMontrí. Y no hay perdigonazo que valga.

Los casos de Ovejero

Si en su último libro José Ovejero se sumergía en la guerra civi desde una inesperada perspectiva marcada por el humor, el 7 de septiembre lanza Escritores delincuentes (Alfaguara), un libro que nació "un poco por casualidad", hace ya cuatro años, a partir de un artículo en "El Periódico de Cataluña" en el que escribía sobre autores que habían acabado dando con sus huesos en la cárcel por muy diversos delitos. Siguió leyendo e investigando en cuestiones como "la culpa, la capacidad redentora de la escritura, o la influencia de la sociedad en la transformación del criminal en escritor" hasta culminar una obra que va más allá de la descripción de los sumarios. "El libro del escritor delincuente se vuelve una nueva sala del tribunal, y el lector, el jurado o, en algún caso, un nuevo acusado como miembro de esa sociedad a la que condena el delincuente. En pocas ocasiones une la literatura de forma tan consciente a escritor y lector, no sólo mediante el acto literario, también a través de la confrontación entre sus valores y opiniones".